En mi crónica de ayer les dije que me alojaba en el Hotel Villa Maya, al borde de la gran Laguna Petenchel, en pleno corazón de la selva de Petén. Y eso lo pude comprobar mientras cenaba en el restaurante al aire libre y al regresar a mi apartamento entre los gritos de los monos y de otras especies animales.
En esta época no hay mucho turismo, lo que me permite realizar muy cómodamente las visitas programadas. He visto varios grupos de españoles y tuve la suerte de compartir varios tramos de mi viaje con el español Daniel Barreiro, abogado en Palma de Mallorca; y los argertinos Roberto D. Leonardi, contador público, y Mónica Rodríguez, médica, residentes en Argentina .
Con el fin de conocer el entorno de la Laguna, donde viven ciervos, monos araña, cerdos salvajes, serpientes no venenosas, e incluso cocodrilos, me levanté a las 6 de la mañana.
Hora y media más tarde nos recogieron el guía, Fernando, y el excelente chófer, Juanito, para trasladarnos a Tikal. A unos 35 kilómetros, paramos al borde del imponente Lago Petén Izá, que es el tercero más grande de Guatemala, y gozamos de la vista del Cerro Cahuí que parece un gigantesco cocodrilo. Luego reanudamos el camino a Tikal, que está a 28 kilómetros.
La visita a Tikal, que duró más de cuatro horas y medía, sin pérdida alguna de tiempo, la hicimos bajo un sol de justicia y a más de 32 grados, atenuados por los bosques selváticos por los que transcurren los dificultosos senderos de tierra caliza que transitamos.
El sitio arqueológico de Tikal ocupa 15 kilómetros cuadrados y está integrado en un enorme parque natural protegido de 575 kilómetros cuadrados. De la entrada del parque hasta el lugar en que iniciamos el recorrido a pie hay nada menos que 17 kilómetros….
Tras ver la gran maqueta de Tikal que hay en el edificio de acceso comenzamos unas visitas inolvidables a las Pirámides Gemelas, la Calzada Maya, el Templo número 1 Gran Jaguar, Embajada Teotihuacana, Palacio del Señor Chocolate, Acrópolis Central, Viviendas nobles,Trono del Gobernador, Plaza Central, Acrópolis Norte, Templo número 5, Acrópolis Sur, Los 7 templos, Mundo perdido, Templo número 2 de Las Máscaras, Gran Pirámide con su Observatorio Astronómico, Templo talud-tablero, y el monumental Templo número 4, llamado de la Serpiente Bicéfala, que con sus 70 metros es el más alto de Tikal, a cuya parte superior ascendi tras subir más de 200 escalones y desde el que se aprecia la belleza de la tupida selva y la parte superior de varios templos.
Culminé así un auténtico atracón de bellezas arquitectónicas mayas, Patrimonio de la Humanidad, que justificaron el esfuerzo realizado.
Finalizado el soberbio recorrido, comimos en el restaurante El Mesón, en un precioso lugar del tupido bosque. Y como es viernes, comí los espaguetis que tomo siempre ese día de la semana en » El Rincón de Ger», en la coruñesa Playa de Santa Cristina. Finalizada la comida, nos desplazamos a la turística Isla de Flores, distante 65 kilómetros. Se encuentra en medio del Lago Petén Izá, y es una auténtica belleza, con sus casas estilo colonial, con mucho colores y abundantes plantas y flores. Por cierto que parte del Paseo Marítimo estaba inundado a causa de la subida del nivel de las aguas del Lago. Recorrí sus calles y empinadas callejuelas, visité la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y San Pablo de Itzá, y el Mirador de Chi Kin.
Una vez rematada la visita, nos trasladamos al Aeropuerto Internacional de Flores, a 2 kilómetros de la Isla, para volar a Ciudad de Guatemala.
Volamos en un avión turbohelice «SAAB 34OA», de la «TAG Airlines», con capacidad para 37 pasajeros, y salimos con 20 minutos de retraso. El vuelo, de 45 minutos,
fue muy placentero, y al llegar a Ciudad de Guatemala me trasladaron a la ciudad de La Antigua, desde cuyo Hotel Villa Colonial les remito esta crónica viajera. Estoy muy rendido, pero muy satisfecho con lo que he tenido la suerte de ver. Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Foto: Lajos Spiegel)