Hanói (Vietnam), 27 de octubre del 2015

Por Roberto L. Moskowich

Siempre me atrajo de forma muy especial el Lejano Oriente. Desde la ya muy distante etapa de mi infancia y pre adolescencia, en la que los libros de grandes viajes y aventuras de Julio Verne, Emilio Salgari, Zane Grey, Cecil Scott, Rudyard Kipling, Robert Louis Stevenson, Walter Scott, Mark Twain y Alejandro Dumas, entre otros, agitaron más y más mi joven mente ávida de descubrimientos, aventuras, viajes y nuevas y excitantes vivencias.

De La Coruña a Vietnam, Camboya y Birmania, pasando por Qatar y Tailandia

Quiso la suerte que, a lo largo de muchos años, pudiese realizar gran parte de los viajes soñados en aquellas lejanas calendas de mi infancia, periplos que me han llevado a numerosos países de los cinco continentes. Y aún sigo en ello, con la decidida intención de seguir viajando “mientras el cuerpo aguante”….

Mis anteriores visitas a Extremo Oriente

Recuerdo perfectamente que mi primer viaje a Extremo Oriente, en el mes de noviembre de 1979, me llevó a Japón, Hong Kong (cuando aún dependía de Gran Bretaña), Macao (cuando aún era colonia portuguesa), Tailandia y la India,

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En el mes de junio del año 1992 fui a Java, Bali, Singapur, Hong Kong, Indonesia, Malasia y la parte baja de la China continental.

En octubre del año 1999 realicé un extenso e intenso recorrido por China, con la enorme fortuna de contar allí con el soberbio apoyo profesional de un guía y escritor de la talla de Pedro Ceinos, autor de un excelente libro sobre el gigantesco país asiático. Por cierto que años más tarde fue el guía de mi hermano Tito y mi cuñada Isabel, con motivo de un viaje que la Diputación Provincial de La Coruña organizó para sus empleados, condición que cumplía la esposa de mi citado hermano.

En octubre del año 2003 efectué un soberbio recorrido por Nepal y Tíbet, cuando aún había bastante convulsión/política, con diversos frentes activos de protestas y guerrilleros muy curtidos y peligrosos, aunque por lo regular respetaban a turistas y viajeros. Por fortuna, tales circunstancias no afectaron apenas a mis desplazamientos dentro de ambos países.

Y ya más hacia el Sureste, en el mes de diciembre del año 2009, efectué un inolvidable y detenido recorrido por Australia y Nueva Zelanda.

Peligro de nuevo aplazamiento

Entre los países asiáticos de Extremo Oriente que me faltaban por visitar estaban Vietnam, Camboya, Birmania (hoy denominado República de la Unión de Myanmar) y Laos. Pero por una serie de circunstancias (familiares, profesionales, o de salud, según los casos) no encontraba la oportunidad adecuada para poder cumplir mis deseos.

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Pero al fin este año 2015 se dieron las condiciones necesarias para poder conseguir mi soñado objetivo. Aunque por cuestiones de agenda (ya que el 25 de noviembre tenía que presentar un Homenaje a Rosa-Celia Otero Raña, en el Sporting Club Casino de La Coruña) tuve que prescindir del viaje a Laos, país que muy posiblemente visitaré el próximo año en unión de las Islas Filipinas.

Lo peor fue que cuatro días antes de iniciar el viaje a Vietnam, Camboya y Birmania se me declaró un catarro muy fuerte, que estuvo en un tris de obligarme a anular el viaje  que con tanto esmero y profesionalidad me prepararon mis excelentes amigos Fanny Díaz y Agustín Vázquez, de “Viajes Rai”, negativa y preocupante circunstancia de la que informé en mi “fedello” del 26 de octubre.

Tras el eficaz tratamiento que me recetó mi yerno, el Dr. José-Manuel Paz Carreira, tres días más tarde el Dr. Ramón Veras Castro, que es mi médico de cabecera, me dijo que estaba en condiciones de viajar, dispensándome un fuerte antibiótico por si la mucosidad iba a más y empeoraba mi salud. Y así fue como al día siguiente de la visita al galeno, 27 de octubre del año 2015, inicié mi nuevo y ansiado viaje a Extremo Oriente.

 

De La Coruña a Doha (Qatar)

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A las 8 de la mañana del martes 27 de octubre del año 2015 salí de mi casa de la Playa de Santa Cristina (La Coruña) con rumbo al aeropuerto de La Coruña-Alvedro (Foto 1). Con suma puntualidad, a las 9,20 horas, partió el vuelo de Iberia con destino a Madrid, que fue la primera parada de mi largo desplazamiento, con escalas en Doha (Qatar) y Bangkok (Tailandia), hasta Hanói, que es la capital de Vietnam. Por cierto, aclaro a los que me lo han preguntado y a los que puedan aún tener dudas: actualmente no existe el “temible” Vietnam del Norte, ya que es un país reunificado y muy tranquilo.

Tras un viaje excelente llegué a las 10,40 horas al Aeropuerto Adolfo Suárez (Foto 2). Como quiera que la continuación del viaje no se producirías hasta las 15,05 horas, aproveché la obligada y larga estancia en el aeropuerto madrileño de Barajas para ordenar mis notas, especialmente lo relativo al complejo y extenso plan de viaje, comer en un “Starbuck” (lo que me trajo a la memoria que la primera vez que entré en un local de esta gran cadena hostelera internacional fue en Nueva Zelanda), y realizar un detenido recorrido por la Terminal Satélite (Foto 3) enorme espacio al que me había trasladado en el veloz tren que la une con la T-4, que es la terminal aérea a la que había arribado en mi vuelo desde La Coruña.

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Tal como estaba previsto a las 15,05 horas dejamos Madrid, en un gran avión de la Qatar Airlines, poniendo rumbo a Doha, capital de Qatar a la que llegamos a las 23,35 (hora local) tras 6 horas muy tranquilas de vuelo y sobrevolar espacios próximos a Valencia, Túnez, Malta, Alejandría, El Cairo, Hurghada, Mar Rojo, Al Hijaz, Gassim, Runah y Al Hufuf.

 

De Doha a Bangkok (Tailandia)

Tras casi hora y media de estancia en las amplias y modernas instalaciones del aeropuerto de Doha (Foto 4), a la 1,20 horas del día 28 de octubre partí en un  enorme Boeing 777-300 ER de la Qatar Airways con destino a Hanói, pero haciendo una escala de más de hora y media en el aeropuerto de Bangkok (Tailandia).

El vuelo entre Doha y Bangkok se realizó casi totalmente sobre el mar y prácticamente en línea recta, Pasamos entre Abu Dabi, al Sur, y Dubái, al Norte, para luego dejar tierra por Fujairah y atravesar el Golfo de Omán. Después giramos hacia el Sur, sobrevolando mar abierto, dejando a nuestra derecha Muscat y a la ciudad de Karachi en la costa de enfrente.

Cuando sobrevolamos de nuevo tierra firme lo hicimos entre Mumbai y Almadabad, y casi al otro extremo de la gran península del Indostán volamos entre Nagpur y Bengahru. Y de nuevo mar, con rumbo ya hacia Tailandia. Volamos sobre la Bahía de Bengala, y pasamos sobre tierra por Tavoy y por Kanchanabury, enclave que está solamente a 70 km. de Bangkok.

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El aterrizaje en el aeropuerto de la capital tailandesa fue perfecto, y el avión apenas se movió algo en la aproximación a la pista. En esos momentos, la temperatura en Bangkok era de 35ª.

 

De Bangkok a Hanói (Vietnam)

En Bangkok descendió más de la mitad del pasaje, pero sus plazas fueron ocupadas por otros viajeros que iban a Hanói. Antes de su incorporación al vuelo, una auténtica legión de hombres y mujeres le dieron una limpieza bastante a fondo a la enorme aeronave.

Finalizada la escala de hora y media en la capital tailandesa salimos para Hanói, que es la capital de Vietnam. La distancia es de 978 km. y el vuelo, prácticamente en línea recta, duró solamente una hora.

Sobrevolamos selva y más selva, pasamos sobre Loh Buri, y a la altura de Ventiane el avión giró totalmente al Este, luego zigzagueó en la aproximación al aeropuerto, y a las 14.40 (hora local) del día 28 realizó un aterrizaje perfecto y puntual en el aeropuerto internacional de Hanói (Foto 5).

Los trámites del despacho de equipaje y control de policía fueron muy rápidos, aunque tuve que cubrir un formulario-declaración de no haber estado en los 21 días anteriores en ningún lugar afectado por el ébola y también declarar sobre otros varios temas sanitarios potencialmente contagiosos.

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Pasados los controles, me recibió una empleadas de la mayorista “Focus Asia” quien me acompañó hasta el Hotel Medallion Hanói, en compañía de una joven pareja de recién casados madrileños, llamados Ana y Miguel-Ángel. Por cierto que el acogedor hotel se encuentra en pleno Barrio Antiguo de la capital vietnamita.

Cuando al fin traspasé las puertas del mencionado hotel habían transcurrido nada menos que 26 largas horas desde que el día anterior salí de mi casa de la playa coruñesa de Santa Cristina. Pero, a pesar de la tremenda paliza del viaje, me encontraba extraordinariamente contento y muy feliz por poder verme en tierra vietnamita y comenzar así a cumplir mi deseo de visitar Vietnam, Camboya y Birmania.

Me sentí, una vez más, tremendamente vivo y lleno de la inenarrable satisfacción que me producen todos los viajes, especialmente los de larga duración como éste que acabo de iniciar. Tal cual.

¡Buenas tardes, Vietnam!.

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