Desde que hace muchos años estuve en Anchorage (Alaska), relativamente cerca del Polo Norte, arraigó firme en mí la idea de acercarme lo más posible al Polo Sur. Me sucedió lo mismo cuando estuve en el lugar más alto del mundo (el Everest) y quise visitar el más profundo de la tierra (el Mar Negro), cosa que hice el pasado año.
Por eso, cuando tuve noticias de que el Padre Rosendo Pérez, Superior de los Padres Capuchinos de La Coruña, organizaba un viaje que iba hasta la mismísima Tierra del Fuego, en el austral argentino, hice todo lo posible por unirme a su grupo.
En mi decisión de hacer este larguísimo periplo con Fray Rosendo influyeron mucho mis dos positivas experiencias anteriores con sus grupos viajeros: uno a Israel, Jordania y Palestina, y el otro del Norte al Sur de Italia.
Pero lograr plaza para ir al “Polo Sur” resultó bastante complicado. Por circunstancias que no vienen al caso, estuve a punto de no poder viajar. El plazo finalizaba el 7 de diciembre, y yo formalicé mi inscripción y consiguiente pago el día 20 de dicho mes. No fue fácil lograr la plaza, dada la cantidad de enlaces aéreos utilizados, pero mi confianza y férrea tenacidad, y el evidente interés y la brega de Fray Rosendo, obraron “el milagro”. Y hoy puedo ofrecerles, aunque sea de forma breve y resumida (el espacio manda), la primera parte de mis impresiones de tan maravilloso viaje.
El grupo viajero
El grupo al “Fin del Mundo” (en la ciudad de Ushuaia, la más austral del mundo se ven por todas partes letreros con el nombre de “Finisterre”) estaba integrado por 22 personas. Todos éramos de La Coruña, excepto dos de León, una asturiana, una de Vigo y otra de Serra de Outes. La mayoría eran mujeres, ya que como graciosamente decía Fray Rosendo el resto éramos “cuatro hombres y un cura”.
Además de Fray Rosendo y yo, estos fueron los valientes expedicionarios que viajaron a Argentina y Brasil: Pilar López-Freire Vila, Rosario Pereira Iglesias, Mary-Carmen Gantes Coque, María-Luisa Maza de la Roza, Jaime-Pablo Macedo Deza, Francisca Sánchez San Venancio, Teresa Brea Mouriño, Alicia-Hortensia García Grobas, Pepita Fernández González, Mary-Carmen Hombre Soñora, Mary-Carmen Lorenzo Andrade, Quico Rodríguez Mariño, Sara Lorenzo Andrade, Lola Souto Vázquez, Mary-Carmen Pérez Sánchez, Manolita Queijeiro Aldao, Pilar Rodríguez Mariño, María-Luisa Fernández Valdés, Olga Puga González y Manuel Capelán Varela (Foto 1).
Aviones, autocares y barcos
A pesar de los miles de kilómetros que recorrimos (Argentina de Norte a Sur y de Este a Oeste, además de adentrarnos en tierras de Brasil), de la cantidad de vuelos que tuvimos que utilizar, de los largos desplazamientos en autocar, en antiguos camiones militares, en barcos, y las largas caminatas por selvas y montañas, el viaje resultó realmente agradable; y, sobre todo, muy variado, ameno y enriquecedor desde el punto de vista cultural y turístico. Y se lo digo yo, que sin una innecesaria o falsa modestia puedo presumir de ser un viajero con muchísima experiencia.
A título informativo, les diré que volamos en 12 aviones distintos, que varios de los vuelos interiores fueron de varias horas, y que el vuelo de Madrid a Buenos Aires (y viceversa) fue de unas doce horas. Y si a eso unimos las esperas en los aeropuertos para enlazar con otros vuelos, los tres cambios de un aeropuerto a otro en Buenos Aires (entre Ezeiza y el Aeroparque), y los continuos retrasos de Aerolíneas Argentinas (que por cierto pertenece al grupo español Viajes Marsáns) verán que suman un mogollón de horas…y de días.
“Cuando la suerte que es grela…”
Así reza la letra de un viejo y exitoso tango argentino. Y viene a cuento porque “estaba escrito” (yo lo supe desde el momento que decidí hacer el viaje, pese a todas las dificultades que les conté) que yo tenía que realizar el viaje al “Fin del Mundo”, principal motivo de mi deseo de ir con el “Grupo Rosendo”. Juzguen ustedes:
A las 12 de la mañana del 7 de enero partió del Colegio Labaca el autocar que nos llevó a Lavacolla. Al facturar, me encontré con la desagradable sorpresa que había cogido un pasaporte caducado. Reaccioné con presteza y llamé a mi mujer, que para complicarlo más se encontraba de compras, con el fin de que me hiciese llegar el correcto. En el mismo taxi que la llevó a casa, me lo hizo seguir….llegando justo cuando iban a cerrar el vuelo de “Spanair”, que nos llevó a Madrid sin novedad. Pues eso, “Cuando la suerte que es grela…”
“Mi Buenos Aires querido…”
También esta letra pertenece a otro tango porteño, mundialmente famoso, en el que se cita de forma especial nuestro primer destino: Buenos Aires. Pero antes, larga espera de más de siete horas en Barajas, ya que a las previstas 6 horas de enlace entre vuelos, hubo que añadirles 65 minutos que nuestro “Jumbo” tuvo que esperar para recoger 80 pasajeros que llegaron retrasados de París. Lo más lamentable es que el comandante Alvarado, al mando del gigantesco “Boeing 747” de Aerolíneas Argentinas, ni siquiera se dignó explicarnos semejante retraso.
Salimos de Madrid pasadas las once de la noche, y nos adentramos en el Océano Atlántico tras dejar atrás el sur de Portugal. Mar, mar y más mar, y a unos once mil metros por allá abajo las Islas Canarias, las Islas Azores y las Islas de Cabo Verde. El vuelo fue muy placentero, salvo unas fuertes turbulencias al rebasar el Ecuador, volando ya sobre Brasil.
Pese a la gran velocidad del avión, debido al fuerte viento de morro apenas recuperamos 15 de los 65 minutos iniciales de retraso. Y esa demora, unida al “imprevisto” cambio al horario de verano (que acortaba la diferencia horaria con España de 4 a 3 horas menos), realizado justo dos días antes, supuso que perdiésemos un par de horas muy valiosas para disfrutar de nuestra estancia en Buenos Aires…
Con el fin de recuperar el tiempo perdido, en lugar de ir directamente al Hotel Sheraton nos dedicamos a visitar la ciudad, fijando nuestra atención en lugares como la Casa Rosada (Foto 2, sede del Gobierno), la Catedral con la tumba del General San Martín (Foto 3), Avenida de Mayo, la 9 de Julio (la avenida más ancha del mundo), Rivadavia (la calle más larga del mundo), Palacio del Congreso, el Barrio de La Boca (Foto 4, con su famosísima Calle Caminito), Puerto, Barrio Norte, Palermo, La Recoleta (con su Iglesia del Pilar y uno de los cementerios más bellos del planeta), Florida, Lavalle, Santa Fe, Corrientes (la del “3-4-8” del tango), Plaza del General San Martín, Retiro (con su gran parque, la Estación de Ferrocarril y la Torre de los Ingleses, situada justo enfrente a mi habitación del Hotel Sheraton), Defensa, Basílica de San Francisco, etc.
Por cierto que también “estaba escrito” que volvería a alojarme en el “Hotel Sheraton”, cosa que no ocurriera en la media docena de veces que volví a Buenos Aires desde aquel 1978 en que cubrí para “La Voz de Galicia”, como enviado especial, el Campeonato del Mundo de Fútbol. Allí, en el flamante “Sheraton”, saludé al denostado Almirante Massera, jefe supremo del denominado “Ente Autárquico Argentina 78”. Me lo había presentado Marcolino, al que conocí en un viaje con el RC Deportivo, cuando era jefe de prensa del River Plate, mismo puesto que ocupó en el Mundial de Fútbol. Incluso guardo como recuerdo un libro que me regaló.
Y pasados los años, Marcolino, por entonces relaciones públicas de un gran Banco argentino (en mi etapa de Director del Banco de Bilbao), estuvo alojado en mi casa de Santa Cristina. Ya ven ustedes…¡que cosas!.
La comida la realizamos en el restaurante “Estilo Campo”, sito en uno de los magníficos locales de Puerto Madero, sin duda alguna todo un ejemplo de recuperación portuaria para aplicar en La Coruña, reconvirtiendo los viejos y sucios muelles y sus instalaciones en un soberbio lugar residencial y de ocio.
Por la tarde continuamos visitando la ciudad, y Mary Carmen Pérez y yo nos entrevistamos con Eduardo R. Trinarolli, secretario del Club de Leones de Buenos Aires, decano de Argentina, con el que está hermanado desde 1996 nuestro Club de Leones La Coruña-Marineda (Foto 5). Luego, con todo el grupo, nos fuimos a cenar, caminando hasta el famoso restaurante “Sorrento”, sito en La Recoba, bajo la Avenida 9 de Julio. (Fotos: Lajos Spiegel).
2 comentarios en “De La Coruña a Ushuaia (Patagonia Argentina), con “parada y fonda” en Buenos Aires”
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Un viaje hacia el Polo Sur, que les recomiendo de todo corazón.
Un viaje hacia el Polo Sur, que les recomiendo de todo corazón.