Desde hace muchos años mantengo una maravillosa amistad con la gran pintora Lola España (para mí siempre será Lolecha), a la que conocí a través de otra excepcional amiga como es Mary Carmen Pérez, ex directora de la lamentablemente desparecida galería “Arte Imagen”, en La Coruña.
Pues bien, Lola España, a quien tuve el honor de presentar más de una de sus exitosas exposiciones, ha inaugurado una preciosa “Exposición virtual”, con base operativa en la página virtual del Concello de su natal y muy querido Coristanco (La Coruña), una de cuyas obras es la primera de las fotos que ilustran esta información.
Y este es el soberbio texto que, bajo el título “Bolboretas”, Lolecha escribió para la mencionada y virtual muestra pictórica inaugurada anteayer:
“Bolboretas, Mirabales, mulleres…/ Mulleres fermosas todas que loitaron, sufriron e morreron polos seus ideais. / Bolboretas feitas lenda pola súa loita contra un inimigo común por defender os seus dereitos, as súas familias, as súas propias vidas. / Mais cando o inimigo é quen temos máis cerca, quen debera ser o máis amigo, pero que, pola contra, nos regala desprezo e odio, sempre a punto a repartir dor, a lenda troca nunha lenda de desesperanza e de incomprensión que nos fai invisíbeis para os demais. / Eu, co meu berro, quero dar visibilidade ao invisible e trocar a dor en cor, o desprezo en admiración…crear ESPERANZA. / E berrar máis alto aínda para dicir que a vellez non é un delito do que estar avergoñadas, ser vella é case sempre sinónimo de sabedoría. / Esa sabedoría que permite levar unha vida con poucos medios, criar os fillos, soportalo todo e aínda así estar disposta a compartir un café doce cun sorriso. / Quero crer por iso que sempre hai lugar para a ESPERANZA e que tod@s temos o dereito a volver a inventarnos e buscar a felicidade e sobre todo a VIVIR unha vida digna e o máis xusta posible, sen medo…sen medo a converternos en estatísticas…en bolboretas. / Coristanco, 25 de novembro de 2020”.
Y de la pintura, paso a la literatura. Acompañado de este mensaje: “Hola Roberto, espero que como siempre estés con la adrenalina a tope. Saludos”, mi buena amiga Ana-Isabel Leonett, pintora y escritora, me remitió un breve relato titulado “Jacinto”, que reproduzco a continuación:
“Jacinto era un hombre alto. Aún conservaba ña gallardía de su juventud, de marcadas arrugas, semblante agradable, mirada penetrante y expresiva, nos transmitía lo mal que lo estaba pasando.
“Su pobreza le estaba llevando a coger su carrito de la compra, meter un chándal, dos pares de calcetines viejos, una manta de rayas, y arrastrarlo todos los días por las calles en busca de un comedor social, que no siempre le admitían.
“Cuando llegaba la noche, recogía cartones de los contendores, que le sirven de abrigo, y saca su manta para mitigar las gélidas noches de invierno. Muchas veces se apretaba los dientes porque le crujían del intenso frío que pasaba.
“No tenía esperanzas de conseguir un puesto de trabajo, con sus sesenta años y con la Covid-19 haciendo estragos, y se daba cuenta de que las personas más vulnerables son las que sufren las consecuencias.
“Jacinto ya no creía en ninguna religión, ni en políticos que le solucionaran su situación, porque se daba cuenta de que “quien tiene barriga llena, no se acuerda del que tiene hambre”.
A pesar de las grandes dificultades que el maldito Coronavirus me ha creado, lo mismo que a la mayoría de las personas, estoy consiguiendo finalizar la entrega personalizada, o por correo, de mi libro “Coronavirus: La pandemia que aterrorizó al mundo”, editado con fines benéficos y que había conseguido presentar públicamente y con gran éxito el pasado 14 de julio.
Una de las últimas entregas que he realizado personalmente (en la segunda fotografía) fue a mi excelente amigo y querido colega Juan Guillín Varela, ex presidente de la Federación Gallega de Prensa Deportiva, entidad de la que tengo a gala poseer el destacado “Premio Galicia de Xornalismo Deportivo”.
Hace unos días, el laureado cineasta coruñés Ignacio Bendeti, publicó en “Facebook” lo siguiente: “Como disfruté, mientras comía, leyendo la «crónica coruñesa», de Luis Pousa, en La Voz de Galicia, dedicada al admirado periodista gráfico Xosé Castro. Casualmente, ayer recibí de otro periodista, Roberto L. Moskowich-Spiegel Pan, algunas de las fotografías con las que Xosé Castro inmortalizó en su día el desaparecido «Barrio Chino» coruñés (actualmente expuestas en la Fundación Luís Seoane, como indica Pousa).
“Recuerdo bien el kioskito de la instantánea en blanco y negro, en la calle Hospital, en la frontera con el «Barrio Chino». Ahí, en el franquismo, se vendían preservativos. Uno, imberbe de doce años, con varios amigos, fue a comprar el suyo, marca Prime, que atesoré en mi cartera durante todo el bachiller elemental y el superior, en espera de una oportunidad que nunca llegó… hasta que, en COU, se desintegró el envase. ¡Qué tiempos!”
En relación con mi artículo sobre la venta de la Playa de Santa Cristina y el aspecto que ofrecía en 1974, acompañado de una gran fotografía de lo que entonces era un enorme “Aparcamiento público”, el historiador y escritor Luis Gorrochategui me remitió el siguiente correo electrónico: “Gracias. ¡¡¡Menuda foto de Santa Cristina!!!”.
Finalizo por hoy. Prometo seguir publicando más crónicas de este “Estado de Alarma-Toque de queda”. ¡¡¡Mientras el cuerpo aguante!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)