A lo largo de los últimos días pudimos comprobar como en el seno de la familia deportivista se vuelve la vista atrás como síntoma de orgullo recordando a los que tiempo atrás pusieron de su parte por hacer un Deportivo grande. Este gesto honra a la hinchada que nunca se rinde que a la vez muestra gozar de un fantástico estado de memoria.
Los ríos de tinta que supuso en esta ocasión la vuelta a Riazor de Juan Carlos Valerón tienen como contraposición el resultado negativo cosechado ante el actual equipo del “Mago de Arguineguín”. En este tema, y a toro pasado, surgen las dudas y las críticas que puede suponer mezclar fiesta y homenaje antes y durante la competición. A algunos ilustres como Arsenio Iglesias o al mismo Augusto Cesar Lendorio no les gustaba nada este tema y así lo hicieron saber en varias ocasiones. Al primero no le gustaban el “olé, olé, olé” durante el partido y al segundo los saques de honor u homenajes en vísperas y durante un partido. Lo que queda claro es que a partir de hoy habrá que consensuar entre todas la partes cual es el momento oportuno para hacer este tipo de distinciones salvaguardando los intereses competitivos del Depor.
Lo que está claro es que se debe rendir tributo a todo aquel que la parroquia blanquiazul considere digno de recibirlo, pero a buen seguro que habrá que elegir cautelosamente el escenario, puesta en escena y momento de los mismos para así defender al máximo las distracciones que estos puedan ocasionar. Si los veteranos Augusto y Arsenio buscaban cautela, será por algo.
Y hablando de otro deportivista conocido que estuvo al alza y en la mente de muchos durante estos días vuelve a aparecer la figura de Jaime Agulló. El centrocampista refrescó nuevamente la memoria histórica de los que tenemos sangre blanquiazul con un grato y bonito recuerdo que le tributaron diferentes medios recordando con motivo del aniversario de cuando Jaime marco dos golazos de falta exactamente iguales al Recreativo de Huelva. Uno en el lanzamiento de una falta y otro en su repetición. Algo para la historia, pues allí estaba Agulló. Como recordaba un amigo “Ambolos dous goles foron cuspidiños, coma unha repetición”. Cierto es, que los que lo vivimos desde una grada u otra la moviola, los de lateral de marcador lo vieron perfectamente pues ambos golazos fueron en la portería que tenían más cerca, nos acordamos muchas veces del gran recuerdo que dejó el Sr. Agulló para gloria de un gran Dépor . Aunque hace mucho tiempo, parece que fue ayer cuando lo viví en directo, este espectacular momento que se hizo más grande gracias a la anulación del primero. Parece mentira, pero es así, la anulación de un gol trajo como contrapartida un grato e imborrable recuerdo que perdurara en el tiempo. Si el colegido hubiese concedido el primer gol, hoy no estaríamos hablando de uno de los goles más famosos de la historia del Real Club Deportivo de La Coruña. Seguir mirando al pasado nos permitirá ser más grandes en un futuro.