Los números de Cristóbal Parralo al frente del Depor no son muy buenos, debutó en Riazor con una derrota en la Copa del Rey ante Las Palmas. Pocos días después en la liga se estrenó ante el mismo rival, pero esta vez en campo insular con una meritoria victoria y un 1 – 3 en el marcador final gracias a la actuación y goles del costarricense Celso Borges y el coruñés Lucas Pérez.
A posteriori partido de liga en Riazor donde nos visita el Atlético de Madrid un rival siempre difícil, pero en horas bajas, con el cual perdemos inmerecidamente pasando un minuto del tiempo reglamentario. Este día es cuando y pese a la derrota el deportivismo se da cuenta que algo ha cambiado. El entrenador con pocas sesiones de entrenamiento ha conseguido que el grupo sea otro, defendiendo con orden, presionando con más intensidad y arriba, con una actitud diferente donde las ganas y garra pueden hacernos ganar esa confianza que aún nos falta. Merecido aplauso al final del partido con saludo desde el círculo central de los futbolistas blanquiazules.
Si analizamos el partido ante los colchoneros convendremos el por qué de la derrota. En el primer tiempo el Deportivo salió con mucha intensidad, lo cual motivó que perdiésemos ritmo en la segunda parte y en consecuencia nos desfondó dejándonos a merced de un flojo rival. En la primera parte el equipo herculino tuvo el balón en su poder y lo intento todo, menos tirar entre los tres palos, lo cual convierte en difícil por no decir imposible el ganar un partido. Debemos decir que perdimos injustamente, pero también debemos ser sensatos y decir que no merecimos ganar. Jugamos mejor que los del Manzanares, pero eso no llega para ganar ante uno de los históricos. Tenemos que saber medir el esfuerzo y que el salir revolucionados no nos deje sin fuerzas para las segundas partes.
Por último no soy de los que vaya a echar la culpa al portero por el gol encajado, es cierto que no estuvo muy afortunado, pero el que hizo la falta y los que dejaron llegar hasta allí a los atléticos también son responsables. Al igual que lo es el que permite que un equipo se revolucione en exceso para acabar cayendo en un no puedo con mi alma y en consecuencia no midiendo los tiempos del encuentro. Un partido dura noventa minutos y se debe estar compitiendo hasta que el árbitro sople el pitido final.
El puesto de Parrarlo lo ocupó en el Fabril durante unas jornadas el técnico Rubén Comendez, el cual ha sido sustituido por un viejo conocido de la afición blanquiazul como el guardameta uruguayo Gustavo Munúa. Estoy contento y aprovecho para dar la bienvenida al exdeportivista Munúa. A la vez me apena que no hayamos dado un margen de confianza un entrenador que conoce la cantera y el futbol de segunda división como nadie. Hay que refrescar la memoria a algunos recordándoles que Comendez jugó dos temporadas en el Fabril, disputó más de seiscientos partidos y que conoce la segunda división b como nadie. En fin, su conocimiento del Fabril y de las actúales categorías inferiores lo avalaban para ser un magnifico entrenador del segundo equipo. ¡Forza Depor!