Si hablamos de Rudolphus Antonius Makaay probablemente nos suene el nombre, pero con toda seguridad si le llamamos Roy Makaay todos los coruñeses lo identificaremos con aquel delantero holandés que llego del Club Deportivo Tenerife al Real Club Deportivo de La Coruña. Y que años después abandonó el club coruñes para irse a uno de los grandes del fútbol en Europa como el Bayer de Múnich. Al finalizar etapa en la bundesliga ficho por el equipo holandés del Feyenoord Rotterdam, donde se retiró como jugador para tranquilidad de las defensas rivales y pasó a ejercer su nueva labor de técnico con la cantera.
El tiempo pasa y como la época tampoco es la mejor, muchos deportivistas añoramos las tardes de gran gala que se vivieron en el estadio de Riazor no hace mucho tiempo y nos vienen a la mente ídolos del deportivismo de la talla de Roy. Es cierto que en esta columna de hoy podríamos estar narrando los grandes momentos de la historia que nos dieron otros héroes que hicieron grande a nuestro querido Dépor, pero lo que es cierto es que hoy le toca el turno a Roy Makaay te quiero…la la la. En fin, que bonito recordar aquellos minutos que dedicaba la hinchada blanquiazul al delantero holandés. Cuanto menos, está melodiosa cantinela nos ponía la piel de gallina a los que sentíamos que Roy se hacía grande con nosotros.
Makaay era uno de esos delanteros que hablaba en el campo y no en las salas de prensa. Sin ningún lugar a dudas su calidad profesional y humana conviertan al atacante holandés de forma persé en una de las leyendas del deportivismo. Y así se lo quiso demostrar la parroquia deportivista en la última ocasión que pisó el estadio de Riazor vistiendo la camiseta del Feyenoord en partido de competición europea. Aquel día los cánticos y cariño de familia blanquiazul a Roy Makaay hicieron temblar los cimientos del estadio coruñes con la misma intensidad que cuando se coreaban las cantinelas de Bebeeetoo, Bebeeetoo o el Valeroooón, Valeroooón, por poner un ejemplo.
Hablando de tardes de gran gala, recuerdo perfectamente un montón de momentos de gloria que nos hizo vivir el tulipán, quizás el más conocido, recordado y en consecuencia transcendental sea su gol ante el RCD Español de Barcelona en la temporada 1999-2000 y día en que el Deportivo ganó la liga. Como testigo de excepción tenemos a Manuel Pablo que aquella tarde le dio el centro del gol. Otra leyenda como Donato abrió el marcador tras la salida del un córner lanzado por Víctor Sánchez. Los dos goles se marcaron en la portería de la grada de fondo de Pabellón en la primera parte y dieron la tranquilidad suficiente a una afición que se pasó toda la segunda parte cantando y jaleando a la espera del pitido final para celebrar el título liguero. En aquel equipo también jugaban otros grandes como Fran, Djalminha y Mauro Silva.
El delantero centro holandés marcaba con el pie izquierdo y derecho, con la cabeza, de chilena, desde dentro y fuera del área, con el balón parado o en movimiento, y donde era letal era en carrera y en el uno contra uno con el portero. En esas carreras controlaba el balón con el pie, con el pecho, con la cabeza, para rematar de todas la maneras como un autentico killer. En el área hacia auténticos movimientos de gran delantero que lo convirtieron en un genuino pichichi. Las faltas directas también eran lo suyo. Para el anecdotario decir que vistió elásticas con un dorsal y otro y así lo demostró cuando jugó con el 9 en el Feyenoord, el 10 en el Bayer de Múnich o con el 7 en el Dépor. El gol a los diez segundos de empezar un partido ante el Real Madrid en el año 2007 en un partido de Champions League hace que del delantero holandés siga siendo el más rápido a la hora de marcar en la máxima competición europea.
En fin, Roy Makaay te quiero…la la la Roy Makaay te quiero. Y hoy en día mucho más.