By Fede G. Poncet en DXT Campeón el domingo 28 de octubre de 2012
Un derbi lo viven de forma especial los jugadores, cuerpo técnico, directiva, medios de comunicación, pero el que más lo vive y es el verdadero origen de esta inquietud es la fiel afición que siempre tiene claro que lo importante es ganar y que lo que vale es sumar una victoria para la historia. Ese día la afición bien uniformada somos uno y nadie se permite conceder la mas mínima señal de debilidad, incluso las lucha psicológica con cruce de declaraciones incluido juega un importante papel.
El partido de máxima rivalidad viene precedido de una semana de tensión y en algunos casos de excitación, por lo cual lo habitual es que las sensaciones vividas durante la semana explosionen en momentos de euforia o desesperación durante, antes y después del partido. Incluso podemos decir que los más serenos y coherentes cambian radicalmente y giran la cabeza como la niña del exorcista y convierten esta coherencia en rabia y odio eterno al que se considera su enemigo principal. Muchos consideran una victoria en un derbi algo más placentera que ganar al todo poderoso Real Madrid o FC Barcelona. Este día no hay complejos y los merengones y culés ocultos en nuestras ciudades se convierten a la causa y hacen un frente común similar al de Fuenteovejuna.
Una vez unidas las fuerzas vivas del equipo, que son los verdaderos protagonistas de la fiesta, encomiendan su alma a que el equipo responda, poca cosa…je, je, je. En fin, un derbi solamente son tres puntos, pero pueden marcar un punto de inflexión para que toda la parroquia crea y confié en su equipo y se haga fuerte para el duro y largo camino que queda por recorrer para conseguir los objetivos marcados. No es la primera vez que un derbi sirve como punta de lanza para conseguir logros importantes, aquí queda claro que la competencia siempre te refuerza, aunque cuidadín que también te puede hundir.
Tampoco sería la primera vez que surjan anécdotas simpáticas como los besos, abrazos y achuchones que le dio un jugador al miembro de seguridad que estaba situado en el fondo de el estadio después del marcar un gol, en el tiempo de descuento, que dio los tres puntos al mejor. Otras anécdotas menos simpáticas son declaraciones que incitan a la violencia como las que hacen algunos jugadores o dirigentes que tienen el cerebro de mosquito. Y siempre existe el hombre derbi que suele ser el verdugo que marca goles cada vez que se disputa un partido de máxima rivalidad, o sea que cada vez que disputaba un derbi tira la bomba en forma de goles.
Si escuchamos las opiniones de unos y otros veremos que son diversas, lo que si prevalece es que el corazón manda, aunque parece que el factor campo y el que primero marque un tanto decanta el derbi. El corazón simpre nos dice que ganara nuestro equipo, a la cabeza no le damos ni la opción de pensar… Apostamos a caballo ganador por nuestro equipo y ponemos un fijo en la quiniela sin acordarnos que la opción X también esta ahí. !Ganaremos! Perder un derbi en su momento supuso muchos ceses de entrenadores y caídas en desgracia de muchos jugadores. Un derbi es un derbi y hay que vivirlo.