Llevamos coreadas muchas cantinelas con el ya conocido “…..quédate” un día que “Lafita quédate” otro que si “Djucky quédate” o “Colochini quédate” y hasta hace muy pocas horas oímos el cántico más cacareado de las últimas jornadas futboleras. “Coloto quédate” era un grito generalizado que tenia la intención de mostrar la gratitud de una afición que tiene amor por sus jugadores, con el único objetivo de persuadir al defensa argentino de qué renovase su contrato y participase con su buen hacer en el campo con los colores de Real Club Deportivo la próxima temporada.
Hace exactamente un año y aunque en menor medida nos pasaron casos similares con el “Lopo quédate” “Adrián quédate” y “Juan Rodríguez quédate” pero na de na, ya habían firmado por otros clubes antes de cumplir con sus deberes y el objetivo de salvar la categoría. Por cierto, es una autentica gamberrada que los futbolistas firmen contratos con otros clubes que defienden los mismos intereses que en el equipo que les paga.
En fin, no sé si cantamos mal, entonamos mal o simplemente la armonía de nuestra voz no es capad de trasmitir nuestras querencias, pero visto lo visto este cántico debemos de desterrarlo del repertorio cantable del deportivismo, pues el resultado final siempre es el mismo. Aquí, esta demostrado qué por mucho que se les insista no se quedan si no hay pasta, garantías de cobro y ampliaciones y mejoras en el contrato. Así es la triste realidad, a vaquiña polo que vale.
A parte de que cantemos mal, hacer las cosas con señorío y elegancia es una práctica que en el mundo del fútbol está en especie de extinción desde hace muchos años. Solo hace falta ver como Mou, el tipo más jaleante y camorrista que ha pisado la liga española, es idolatrado por gentes que nunca uno se hubiese esperado. Ay, si un día se levantasen Luis de Carlos y Santiago Bernabéu y viesen tirado por los suelos el señorío blanco.
Para tranquilidad de los presentes y pese a que el “…..quédate” no sirva para nada de nada me viene al recuerdo que después de unos vinieron otros tan buenos o mejores. Nadie es imprescindible en el Dépor salvo la afición, esa si es imprescindible pues verdaderamente nosotros somos el Deportivo. La historia nos muestra como los que eran deportivistas y lloraban con lágrimas de cocodrilo besando el escudo y jurando amor eterno hoy en día defienden a muerte los intereses de otros equipos. De bien nacidos es ser agradecidos, ellos sabrán lo que hacen, pero que no nos vendan la moto ni traten de jugar con nuestros sentimientos, pues aquí estaremos llenos de fuerza para defender los intereses de nuestro equipo. Forza Dépor y viva La Coruña.