Por Santiago Togores Argudín – Presidente de la R.S.D. Hipica de La Coruña
El pasado día 29 de noviembre falleció Jaime González Chas, una leyenda del mundo del deporte en la disciplina de tiro olímpico, un tirador excepcional e irrepetible, con un palmarés, yo diría que, imposible de superar.
Pero, desde estas líneas, quiero hablar de Jaime desde el punto de vista personal, de lo que significó para su club de toda la vida, la Real Sociedad Deportiva Hipica de La Coruña.
Desde la fundación de la Hipica en 1957, Jaime siempre ha estado ligado a la misma, de manera tan intensa y afectiva, que no se entendería la Sociedad sin Jaime.
Siempre recordaré, desde que era un niño, sus sesiones de entrenamiento en la galería de tiro, el estampido de cada detonación durante horas y horas de duro trabajo diario. Allí, a la galería, nos íbamos a coger algunos de los casquillos que quedaban esparcidos por el suelo, algunos aún calientes, para llevárnoslos de recuerdo para casa. Era una persona admirada por todos, un ídolo del que nos sentíamos orgullosos, era un privilegio tenerlo allí, la referencia del deporte en nuestra Sociedad, del que todos hablábamos y presumíamos, era uno de nosotros, con el que convivíamos diariamente en la cafetería, en la piscina, siempre presente en todos los acontecimientos sociales y deportivos de nuestra querida Hipica.
Yo tuve el honor y el placer de tratarlo más intensamente desde que, en 2005, salí elegido en las primeras elecciones democráticas de la Hipica. Desde el primer momento se puso a nuestra disposición y desde ese momento siempre contamos con su apoyo, su colaboración y su consejo, pero sobre todo, y quiero subrayarlo, con su cariño. Siempre una palabra de animo, una palmada en la espalda, siempre dispuesto a aportar su experiencia para tratar de ayudarnos a mejorar, y solo por una razón, su amor incondicional a la Hipica, de la que siempre se sintió orgulloso y siempre, hasta el final, llevó en el corazón.
Ya estando mal de salud, tuvo la deferencia de estar presente, en el mes de junio de este mismo año, en la última entrega de insignias de oro a los socios que cumplían cincuenta años y a los que, a pesar de todo, les dirigió unas palabras de cariño y recordó algunas anécdotas de vivencias de aquellos años. Tenia una memoria prodigiosa y la historia de la Hipica la llevaba en la cabeza de una manera admirable, hasta en eso era un fuera de serie.
Gracias a esa impresionante memoria, colaboró en la redacción del libro conmemorativo de los cincuenta años de vida de la Sociedad, publicado en el año 2008, sin cuya colaboración nos hubiese sido muy difícil sacarlo adelante y, además, nos hubiésemos perdido muchos datos y vivencias que relata en el mismo.
Lo ha sido todo en nuestra Sociedad, Fundador, Socio de Mérito, Directivo, pero nunca podremos agradecerle y reconocerle lo suficiente todo ese amor y dedicación que ha tenido con nuestro club.
Quiero, por último, trasladar mi sentido pésame a Evelyn y todos sus hijos, Jaime, Marga, Maria y Hugo, y hacerlo como Presidente de la Hipica, pero, también, como amigo, al que apreciaba y quería mucho y al que voy a echar mucho de menos.
Hasta siempre Jaime, nunca te olvidaremos.