La Cuarentena a que nos está sometiendo el maldito Coronavirus, y sus perniciosas consecuencias, de todo tipo, está consiguiendo que la gente sea mucho más solidaria que antes. Son muchos los que arriman el hombro y colaboran, sobre todo para tratar de protegernos contra el “bicho”. Tal es el caso de mi buen amigo Carlos Moreno (foto 1), propietario de “Cinosa”, que me ha remitido el siguiente correo:
“Querido Roberto: Espero que esta cuarentena esté siendo llevadera para ti, no por que estés aburrido, eso sé que no es un problema, sino por el concepto de libertad y de relacionarnos que tenemos tan arraigado. Cada día espero tu artículo como si para mi fuera una obligación. Me encantan tus “Partes de Guerra” y todo lo demás, especialmente tus viajes, y espero que sigas mandándonoslos durante mucho tiempo.
“Y como todos en mi casa, con mi mujer, mi hijo, y el gato de cuarentena, lo llevo muy bien y aunque no salgo nada no me aburro, pues entre otras cosas, al igual que alguna de tus amigas he montado con tres amigas una red de voluntariado al que se han sumado al menos otras 80 o 100 personas y estamos fabricando mascarillas. Ya superamos las 3.000 mascarillas, higienizadas y entregadas a entidades de La Coruña. Resistiremos. Un fuerte abrazo. Carlos”. Enhorabuena por tan altruista labor, Carlos.
Días atrás, bajo el título “El humor en la Justicia”, publiqué cuatro jocosos relatos que me remitió mi excelente amigo José-Manuel Liaño Flores, ex Alcalde de La Coruña, los cuales tuvieron una gran acogida entre mis numerosos lectores. Y ahora me complace publicar otros no menos amenos, que con el nombre de “El humor en la Abogacía” me ha remitido:
“Es evidente que los Abogados, como en cualquier otra profesión, estamos sometidos a los más gratuitos embates, muchos no exentos de humor y que van desde la crítica más o menos acerba, hasta el refranero peor intencionado, y que soportamos con retranca, aunque a titulo devolutivo.
“Y que nadie se libra de estas diatribas, sirven de muestra estos versos: “Con diez años de bufete/ el Abogado Don Bruno/ en sus pleitos oportuno/ tan solo ha perdido siete/ ¿y cuantos ganó? Ninguno”.
“Y todos los que fuimos jóvenes abogados, empezando de cero, recordamos que poníamos nuestro despachito con toda ilusión y esperábamos confiadamente el primer cliente, que siempre solía ser uno de los que llamaban “de las cuatro pés”, porque en esos comienzos solo te venían al despacho algún familiar, algún solicitante el beneficio de pobreza para litigar, alguna prostituta y sobre todo muchos timadores de poco pelo; eran lo que en “romance paladino” se decía con estos versos: “Abogado novato, que Dios te asista, entre parientes, pobres, putas y petardistas”. Que como clientes nos daban muy pocos beneficios, y si acaso más de un disgusto.
“Recuerdo el caso de un colega recién incorporado al ejercicio de la Abogacía, que defendía a un ladronzuelo que había robado los frutos que se almacenaban en un hórreo, alegando ante el Tribunal de la Audiencia Provincial, una atenuante analógica, porque, a su juicio profesional, si robar de noche era un agravante (la de “nocturnidad”), hacerlo de día y a la vista de todo el mundo, debía de ser una atenuante, la de “diurnidad”.
“Es muy conocida la “Estampa” de Castelao cuando regresa el vecino de la capital y le pregunta la paisana “si viña do Médico o do Avogado”, contestándole aquel, que “po-lo de agora, gracias a Deus, foiche de Médico”. A “contrario sensu” está lo ocurrido y de lo que tuve noticia, que no está en ninguna “Estampa” de Castelo, de que un vecino le dice al otro que venía de consultarse con el Médico, si el Doctor le había acertado, respondiéndole éste “casi, casi me acertou, pois eu tiña vinte pesos no peto, e pediume quince”.
“Pero de lo muy positivo que a diario se comprueba ante los Tribunales por la eficaz y trascendente labor de la Abogacía, da fe una ya antigua sentencia del Tribunal Supremo de 22-1-1930 que refleja una imagen real, verdadera y justa de los Abogados, al destacar su labor “no solo por su dedicación a defender en juicio los intereses de los litigantes, sino como consejero de las familias, y como juzgador de los derechos controvertidos cuando los interesados lo desean, e investigador de las ciencias jurídicas necesarias para defender los derechos que se le encomiendan”. José Manuel Liaño Flores, Abogado, Juez jubilado, Académico.” Muchas gracias, amigo Liaño.
Continúo recibiendo opiniones de mis queridos lectores (h-m) sobre mis “Partes de Guerra”. Pilar Gómez (a la izquierda en la foto 2, con María, Ana, Isolina y yo, en “El Rincón de Ger”), Fallera Mayor de Valencia, escribió: “Tus crónicas (Partes de Guerra) son muy interesantes y a la vez muy divertidas. Me informo más con lo que escribes tú que con lo que dicen en la televisión. Ya va quedando menos, y cuando pueda salir a correr diré “con lo bien que se estaba en casa”. Buen día tengamos. Besos”. Y Emilio Celeiro, destacado y polifacético artista, Presidente de la Asociación de Artistas Plásticos Gallegos (ARGA), escribió lo siguiente: “Moskowich, ya veo que formo parte de tu quinto “Parte de Guerra”. Gracias, amigo por tu reportaje. Emilio”.
Completo este “Parte de Guerra” continuando mi ronda de conversaciones telefónicas con personas del “Grupo de Riesgo”. Turno hoy para Teodoro Castro Romero (foto 3, entre el Dr. José-Manuel Paz Carreira y yo), mi querido ahijado de boda, que el día 12 cumplió 79 años. Nacido en Riotorto-Muxía (La Coruña), el 12 de abril de 1941, responde plenamente al perfil-tipo del “hombre hecho a sí mismo”.
Tras desarrollar diversos trabajos, entre ellos la compra-venta de árboles maderables, entró a trabajar en Begano, S. A. (Coca Cola), en La Coruña, en los tiempos en que Rodrigo Peñalosa era el jefazo máximo de la planta herculina. Merced a su esfuerzo, seriedad y superación, logró hacer una buena carrera, hasta su jubilación.
Teo Castro, que es uno de los “fijos” en mis dos Cumpleaños (14-7 y 30-12), está pasando el confinamiento en su casa de Lubre-Bergondo (La Coruña), con la única compañía de su esposa, Ana Carro Abeledo. Como poseen una amplia finca alrededor de la vivienda, tiene entretenimiento de sobra. Incluso hasta hace poco tenía una yegua, con la que salía a dar grandes paseos con otros colegas que tienen equinos.
Actualmente se dedica, de forma especial, a cuidar los árboles y arreglar el campo, regándolo cuando hace falta. En esa tarea, arrancó unos árboles viejos y secos, y puso otros nuevos en su lugar. Prácticamente hace la misma vida que antes de la Cuarentena, aunque se viste con ropa cómoda y se afeita en días alternos.
Me dice que su esposa, con la que se lleva estupendamente, también soporta muy positivamente el encierro. Y aunque tienen dos hijos, Cristina y Fran, y tres nietos encantadores, evitan verlos personalmente para no tener posibles contagios.
Teo lee el periódico, revisa cosas que tenía atrasadas, hace algo de bricolaje, ve la televisión (siguió la Misa de Ramos por la TVG, oficiada por el Arzobispo Julián Barrio), y a las 20 horas sale al portal a aplaudir con sus vecinos. Habla por teléfono con familiares y amigos, y lo pasa bien. Termina reiterándome que hace vida normal, y que no ve diferencias con su vida antes del encierro, cosa que celebro de todo corazón.
Y finalizo por hoy. Prometo seguir dándoles más “Partes de Guerra”. Mientras el cuerpo aguante…. ¡¡¡Saludos y salud!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)