España acogerá la cumbre mundial del clima, y por eso me hago eco de la reflexión del coruñés Ignacio Benedetti, al que no hace mucho dediqué un “fedello” con motivo de su trabajo “Odiseo en Groenlandia”, dentro del proyecto “Stop Calentamiento Global”. Dice Benedetti: “Es un proyecto medioambiental que durante 12 años registrará en 13 documentales, filmados en indeleble película cinematográfica (con fotografía fija en diapositivas), los cambios que a pasos agigantados están abocando a su desaparición por el cambio climático a determinadas áreas de un planeta que es nuestro único hogar y del cual no podemos ir a ningún otro sitio habitable. La primera vez que estuve en Spitsbergen, en junio de 1995, en un punto dado el camino estaba encajonado en un manto helado de más de dos metros de alto.
La segunda vez, en junio de 2007, en el mismo sitio, la altura del manto helado se había reducido a medio metro. La tercera vez, el año pasado, ¡la primera semana de mayo!, el manto helado era de unos pocos centímetros. Este otoño, en Groenlandia, filmé en indeleble película la magnitud del desastre: desde que hay registros, nunca hubo un deshielo semejante; fue tan masivo que el nivel de los océanos, en el universo mundo en su inmensa redondez, ha subido 0.11 milímetros. La ausencia del manto helado hace que la tierra absorba el calor del sol, en lugar de reflejarlo al espacio, lo que origina una suerte de retroalimentación de calor que, a su vez, genera más calentamiento. ¿Nos queda muy lejos, el Ártico? Todo, en nuestro planeta, se encuentra relacionado, y la desaparición de zonas heladas en Groenlandia libera metano de un suelo otrora congelado, incrementa el nivel de los mares, cambia corrientes e influye en el clima mundial. La esperanza del mundo viene de la mano de las nuevas generaciones, encarnadas por Greta Thunberg”. ¡Chapó!