En los años cuarenta nacía en el Real Club Deportivo de La Coruña su “década de oro”. Logrando el primer subcampeonato de liga en la temporada 1949-50, y algunas clasificaciones en puestos altos de la tabla, que hoy en día darían derecho a jugar en Europa. Los buenos tiempos y el buen juego tuvieron su fin en la campaña 1956-57, que fue cuando se materializo el descenso a la categoría de plata. Cierto es, que a partir de la fecha nos ganamos a pulso la distinción de veteranos en la segunda división, pues durante cinco largas temporadas nos anclamos en ella como si de nuestra propia casa se tratase.
Posteriormente en la década de los años sesenta nos convertirnos en el “equipo ascensor”. Así es como llamaban el equipo coruñés, por su constantes subidas y bajadas de la categoría de plata a la de oro, y viceversa. En aquel momento se creía que el club blanquiazul podía tener un lugar de privilegio en una categoría intermedia.
A mediados de los años setenta vivimos los años más tristes de nuestra historia, que tuvieron como consecuencia un descenso a tercera división y inmediata vuelta al estado de confort que nos aportaba la conocida categoría de plata.
La temporada 1979-80 volvimos a descender a segunda B, para ascender a segunda y no volver nunca tan abajo. En la etapa de los años ochenta tuvimos momentos angustiosos, la suerte no estaba de nuestro lado. El histórico partido jugado en Riazor ante el Rayo Vallecano, y donde no conseguimos el ansiado ascenso a la máxima categoría del fútbol nacional, fue el principio de una serie de inolvidables momentos para el Deportiviño. El partido en Oviedo, donde los “niños del ascenso” como protagonistas se llevaron un gran chasco, Silvi expulsado y último partido como entrenador de Txutxi Aranguren. La maldita y recién creada promoción, digo esto pues esa temporada hubiésemos conseguido el ascenso directo, y Eusebio Ríos como entrenador también forman parte de la historia. El gol de Vicente Celeiro ante el Santander que nos libraba del descenso a la segunda B, fue la única alegría de unos tristes años ochenta, que tuvieron como continuación disgustos como la fallida promoción de ascenso con el Tenerife y un años después el injusto y sospechoso arbitraje de colegiado Soriano Aladrén beneficiando a un Valladolid y que nos dejaba sin la posibilidad de jugar la final de la Copa del Rey, ese año ser finalista daba derecho a jugar en Europa.
A partir de ahí, arde el estadio de Riazor, ascendemos de categoría ante el Murcia y poco después nace el SuperDepor. El penalti de Djukic y la perdida de la liga en el último minuto en el mismísimo Riazor nos vuelve a dar un duro golpe del que nos repusimos jugando en la UEFA, ganando nuestra primera Copa del Rey ante un Valencia que un año antes nos había dejado heridos. Fue un año muy duro, para los que vimos en directo la parada de guardameta González. Cierto es, que a partir de la fecha el SuperDepor conquisto con su fútbol las simpatías del futbol nacional y llegaron los cinco títulos oficiales donde la una Liga, dos Copas del Rey y tres Super Copas convierte esta época como la más gloriosos del deportivismo. El juego coruñés traspasó fronteras y casi nos llevan a jugar una final de Campións League. Estos momentos de gloria que vivimos y que disfrutamos fueron debido a lo fuertes que nos hicimos en los momentos tristes. Conocer la historia es parte importante para creer en el “Voltaremos”. Y sin complejos ¡Forza Depor!