Aunque solamente fuese por alejar de la ciudad de La Coruña los grandes tanques de combustible, los enormes oleoductos, y los peligrosos petroleros (de tan mal recuerdo, por los graves accidentes del “Urquiola· y del “Mar Egeo”), estaría más que justificada la construcción de un Puerto Exterior. Pero es que, además, ese Puerto Exterior permite dejar las actuales instalaciones, enclavadas en plena urbe, para otros usos menos agresivos, al trasladar a Langosteira las descargas de carbón y de otras mercancías, algunas realmente tóxicas o peligrosas. Orquestada por intereses espurios y totalmente políticos, desde Santiago se impulsó una gran campaña mediática contra el Puerto Exterior de La Coruña, con el fin de desviar la atención del público de las desorbitadas e injustificables inversiones en la “Cidade da Cultura”, del Gaiás (Santiago), una megalómana idea de Manuel Fraga para perpetuarse con una obra tan faraónica como inútil. Ahí están: uno de los solares convertido en estanque y otro, que acordaron los de la Xunta de Galicia hace unos días, hacer allí un jardín botánico…. Y con el Puerto Exterior de Langosteira sucede lo mismo que con el Aeropuerto de La Coruña-Alvedro: la realidad de su utilización y sus positivos e irrefutables datos justifican sobradamente su existencia y necesidad. A pesar de carecer aún de servicios como el tren, el Puerto Exterior cerrará el 2017 con cerca de 2,5 millones de toneladas, y seguramente se rebasarán los 5 millones de toneladas de mercancías desde su puesta en servicio en septiembre del 2015. Esas cifras se incrementarán de forma exponencial cuando se trasladen a Langosteira los pantalanes petroleros, la descarga total de carbón y algunas cosas más. Y también es de resaltar que el puerto coruñés lidera actualmente el tráfico de graneles agro-alimentarios de la cornisa cántabro-asturiana. Tal cual, se lo cuento.