Mi primera visita a Venezuela data ya del año 1976 (en una gira con el RC Deportivo, como Enviado Especial de “La Voz de Galicia”) y desde entonces visité en numerosas ocasiones el país del “Arauca vibrador”. Incluso llegué a viajar allá 2 o 3 veces al año, bien por el citado periódico o como delegado o corresponsal de varios Centros Gallegos. Recuerdo cuando el Bolívar era una de las monedas “fuertes” del mundo. Y cuando el dinero de sus pozos de petróleo era tan abundante que los venezolanos “apabullaban” a los propios americanos acuñando frases como “qué barato” o “me llevo dos”, al adquirir productos realmente caros en suelo estadounidense….Pero el paulatino abandono de la producción propia de bienes de consumo (decían que era más barato importarlos) y, sobre todo, los gobiernos populistas de Chaves y Nicolás Maduro han llevado a Venezuela a ser una auténtico desecho mundial a nivel económico, político y social. Baste decir que desde el año 2008 la inflación acumulada es del 17.000 % y que en el último año se incrementó en un 500%. El 90% de la población considera mala o muy mala la situación económica, escaseando productos de primera necesidad e incluso el papel higiénico. Los ingresos del 79% de la gente no cubren sus necesidades básicas. El Bolívar se depreció tanto que el valor del billete de 100 Bolívares (que es el más grande) es de 2 céntimos de euro, frente a los 20 euros que valía en el 2008. El 80% de la población reprueba el gobierno de Maduro, que prorrogó 2 meses el “estado de emergencia económica”. Y para colmo, la inseguridad ciudadana es cada vez mayor, de lo que puede hablar largo y tendido el joven juez venezolano (de etnia indígena, con quien aparezco en la fotografía) Josué Raverol Castillo, que tuvo que refugiarse en La Coruña con su esposa y familia. Lamentable y triste, pero cierto. (Foto: Lajos Spiegel)