No sé por qué me da la impresión de que las huestes del falso comunista alcalde de Oleiros, de nombre Geluco García, no son muy amigos de los gatos, aunque se quiera aparentar lo contrario; y, si viene al caso, se declaren los mejores y más fieles amigos de esa especie doméstica de felinos. Digo lo que antecede porque en los últimos tiempos he visto que prácticamente han desaparecido los gatos que acostumbraba a ver en las fincas que dan a la Ría de O Burgo, durante mis habituales recorridos por el precioso Paseo Marítimo que bordea las tranquilas aguas de ese acogedor entorno natural. Cada vez hay más cisnes, patos, cormoranes, garzas reales, y otras especies de aves, pero los gatos prácticamente han desaparecido. Y no es porque se los hayan “zampado” o asustado los muy numerosos perros, de todos los tamaños, colores y especies que por allí circulan con sus respectivos amos o con las personas que los tienen a su cargo. No sé por qué, pero me parece que a las “controladoras” de la fauna felina oleirense, como las que vemos en la fotografía, se les ha ido la mano con la “medicina” que les suministran. Ello me trae a la memoria el follón que tuvieron los “mareantes” del gobierno municipal de La Coruña, al poco tiempo de tomar el mando del Palacio de María Pita, a causa del “ajusticiamiento indiscriminado” de los gatos callejeros. No sé por qué, también, esas actuaciones me traen a la memoria los campos de exterminio de los nazis. Dirán que en ese caso se trataba de personas. Totalmente de acuerdo, pero todos sabemos que hay otras formas de tratar a los animales. Y les recuerdo que las leyes actuales no permiten ningún tipo de crueldad con la fauna….¡País!. (Foto: Lajos Spiegel)