La semana pasada anunciaba su retirada del fútbol profesional Raúl González Blanco (Madrid, 1977). Esta figura del fútbol comenzó sus andanzas en el Atlético de Madrid a los 13 años donde pronto destacó por su capacidad goleadora y su carácter competitivo. La decisión de Jesús Gil de desmontar las categorías inferiores del equipo rojiblanco lo llevó al Real Madrid en 1994.
Dicen que al madrileño lo descubrió Jorge Valdano pero, como se encargó de proclamar el entrenador argentino, Raúl se descubrió él solo. Debutó con el primer equipo en Zaragoza y fue ante su antiguo equipo donde estrenó su casillero de goles. Pese a su corta edad destacó desde el principio por su descaro en el campo. Parecía un veterano y apenas desentonaba con el resto del equipo. Desde su primer partido destacó por su ingenio, capacidad de desmarque, intuición y una especial habilidad en el área.
No fue un jugador con una técnica exquisita ni unas facultades físicas fuera de lo común, pero su presencia en el campo era determinante. Mezclaba talento con dosis de pillería de patio de colegio que lo hacían único e insustituible para todos los entrenadores que pasaron por su carrera. Formó con Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham aquel invento de Florentino llamado el “Madrid Galáctico”.
Lució el 7 en la espalada, una camiseta que significa mucho en la tradición madridista y que defendieron jugadores como Kopa, Amancio, Juanito o Butragueño. Precisamente por aquellos años tocaba sustituir al Buitre y el jugador señalado parecía que iba a ser Alfonso Pérez. La deslumbrante aparición de Raúl trastocó estos planes y el de Getafe tuvo que buscar más protagonismo fuera del Bernabéu. Esa camiseta con el número 7 estuvo vetada para grandísimos jugadores como Beckham y hasta el mismísimo Cristiano Ronaldo tuvo que esperar a la marcha del delantero madrileño para lucir su marca CR7.
Está en posesión de un palmarés es envidiable. Consiguió seis ligas, tres Copas de Europa, dos Intercontinentales, cuatro Supercopas de España y una Supercopa de Europa y queda para el anecdotario que nunca ganó la Copa de España.
Su salida del Real Madrid en 2010 estuvo oscurecida por una Junta Directiva que lo había señalado y que poco tiempo después decidió contratar a Mourinho e inaugurar un trienio ominoso para la entidad blanca. Sin duda un agravio hacia un futbolista que todavía sigue siendo el que más veces vistió la camiseta del RM.
Reconocimiento que si le llegó en el país teutón donde ganó para el Schalke 04 una Supercopa y una Copa de Alemania. Resulta paradójico que completara con este trofeo el único título nacional que faltaba en su vitrina. Desde su llegada, la afición alemana se rindió ante el talento del delantero al que llamaban con cariño y respeto Señor Raúl. En este periodo condujo al Schalke a su mayor gesta en la historia al disputar la semifinal de la Copa de Europa con actuación estelar del madrileño.
Continuó sus carrera alejado de la alta competición en el Al-Sadd catarí y con 38 años acaba de poner fin a su trayectoria en el New York Cosmos.
Sobre Raúl pesa una leyenda negra según la cual su presencia en los vestuarios era nociva para el conjunto. Incluso algunas voces atribuyen el éxito de la selección española a su ausencia de la misma cuando llegó Luis Aragonés. Sin duda, el delantero fue un jugador con fuerte carácter en el vestuario y dentro del campo que le ayudó a liderar en muchas ocasiones a su equipo hasta conseguir la ansiada séptima Copa de Europa o en la selección donde firmó magníficas actuaciones. De ahí a afirmar que era un jugador tóxico parece que entra dentro de las fobias personales de algunos.
El mes que viene se celebrará el juicio sobre los estatutos del club blanco, concretamente para resolver las leoninas condiciones que éstos exigen para acceder a la presidencia del club. Quién sabe si Raúl podría postularse para ese dirigir a la institución y descabalgar al actual presidente.
@pgarcia_ramos
