En mi pasada columna dominical avisaba de las responsabilidades que deben y tienen que asumir los diferentes miembros de la familia deportivista. Evidentemente la plantilla, entrenador y cuerpo técnico se convierten en figura imprescindible para que la misión concluya con éxito. A la vez que debemos tener claro que el consejo de administración, aficionados, peñas, empresas y diferentes estamentos de la ciudad también tienen su puesto importante en la misión responsable de apoyar. Hoy todos somos uno y nos toca animar de manera incondicional con nuestro aliento a los jugadores que defienden en el terreno de juego los intereses deportivistas.
Pienso que en este caso es mejor hablar claro. No podemos andar con paños calientes a estas alturas de la temporada y mirándonos al ombligo con lo mucho que nos jugamos. No valen excusas de mal perdedor, pues las mismas hicieron acto de presencia en pasados descensos. Si hacemos las cosas bien los resultados serán sin lugar a dudas otros. Si seguimos haciéndolas como hasta ahora, los resultados serán los mismos. Aunque parezca la historia de nunca acabar, toca más de lo mismo, trabajo, esfuerzo y compromiso. Esta es la fórmula magistral que debe imponerse como consigna el grupo de profesionales en los que los deportivista tenemos depositada nuestra esperanza. Lo de esperanza a la vez lo convierto en posible, pues los que vemos a este Depor sabemos que el equipo tiene calidad suficiente para estar en puestos más altos de la clasificación.
Una vez recordadas las obligaciones de cada uno de nosotros y por el bien de nuestro querido Real Club Deportivo de La Coruña, nos queda animar, convocar y emplazar a todos los camaradas que llevan sangre blanquiazul a mostrar su apoyo incondicional a nuestro Depor.
Hoy Riazor, y ante un equipo que nos trae quizás el mejor recuerdo de las historia blanquiazul, debe ser esa bombonera engalanada y ataviada con colorido blanquiazul como si de una gran gala se tratase. La confianza en las posibilidades tiene que ser ese telón de fondo que nos lleve a conseguir la victoria. Como dirían esos muchos peregrinos que vistan nuestra tierra, coger la senda del buen camino.
Y como poco queda por decir y mucho por hacer, quisiera despedirme pidiendo a esta parroquia deportivista, de la cual formo parte desde que nací, que animemos, cantemos y confiemos en los nuestros. Todo está inventado, este es el camino, la misma receta de siempre, la fórmula magistral para conseguir éxitos y esa unión necesaria que nos lleve a disfrutar de la visión desde cotas más altas. ¡Forza Depor y Viva La Coruña!