Cuentan que hay un señor que vive por la zona de Riazor al que le gusta dar paseos por esa zona a todas las horas del día. Unos días se dirige a la zona de la playa, otros pasea por Ciudad Jardín, otros por Labañou… y en muchas ocasiones se topa con la salida de aficionados del estadio al terminar un partido. El señor del que les hablo no es que no sea aficionado, es que a él el fútbol “le toca un pie” (literalmente). Sabe que hay un equipo en la ciudad pero ni sabe en qué división está ni si va ni bien ni mal. Tan sólo cree que no debe ir bien porque “ya no veo a los del Madrid ni a los del Barcelona por aquí”. En fin, que convive con los futboleros porque le queda al lado de casa, pero nada más.
El caso es que el domingo pasado este buen señor vio salir a la gente muy contenta del campo. Paralelamente, vio como había muchos que iban con camisetas rojas y blancas que salían con peor cara. “Han ganado los de aquí”, pensó. Le picó la curiosidad y preguntó. Le comentaron que habíamos empatado, pero que había sido en el último suspiro. A nuestro amigo esa respuesta no le convenció mucho. Unos meses antes el equipo había empatado con un tal Mirandés y la gente no salía ni la mitad de contenta y para el caso venía siendo lo mismo. “Qué raros son estos futboleros” se dijo para sí. Pero claro, a ver quién convence a nuestro amigo de que no es lo mismo.
Dejando ya a nuestro vecino de la zona de Riazor, es indudable que el resultado del domingo pasado no era el que hubiésemos querido antes de empezar el partido. Unos pocos soñaban con superar el 2-0 de El Molinón y la mayoría firmábamos simplemente ganar el partido. Al final un punto para nosotros y dos que le restamos a nuestro rival cuando ya se veían con los tres puntos de vuelta a Gijón.
Ciertamente esta temporada se está caracterizando por muchas circunstancias, pero una muy llamativa es que el equipo no baja los brazos hasta el último instante. Con el del domingo pasado, ya son cuatro los partidos en los que un gol sobre la bocina nos ha dado unos puntos muy importantes y que quien sabe la trascendencia que pueden tener al final de la competición. Excluyendo los goles ante el Eibar y Castilla que no alteraron el reparto de puntos (no sirvió de nada en el primer caso y afianzó la victoria en el segundo), en el resto de casos conseguimos sumar un buen número de puntos.
Así, un genial lanzamiento de Culio que se estrelló en la madera y empujó Borja a gol supuso un punto para el Deportivo y otros dos que les restamos al Zaragoza y con los que ya contaban también. En la última jornada antes del parón liguero, un partido ante el Numancia en el que el Deportivo fue superior pero que una serie de errores defensivos pusieron el 2-3 en el marcador. Al final, un certero cabezazo de Luis Fernández salvaba un punto y, poco después, casi lográbamos remontar el encuentro, pero no pudo ser.
Partido ante el Córdoba en El Arcángel. Otro rival por el ascenso que había ganado en Riazor en la primera vuelta y al que un balón empujado por Borja en el minuto 89 daba los 3 puntos a los nuestros.
Y ya por fin el gol de Toché este domingo pasado en el minuto 95 cuando ya no quedaba tiempo ni para respirar.
Podemos achacarle muchas cosas a este Deportivo nuestro. Desde censurar el juego del equipo hasta simplemente exigirle algo más ahora que la plantilla se ha reforzado tanto y tan bien en el mercado de invierno. Pero lo que no podemos negarles es la fe que están teniendo hasta el último instante de los partidos. Podrán conseguir o no levantar el partido, pero ese carácter luchador ya nos ha dado unos puntos que seguramente sean muy necesarios al final del campeonato.
Este domingo tenemos el siguiente asalto: en Alcorcón. Que nadie piense en el partido de hace dos años. Entramos en la fase decisiva del campeonato y debemos tener más que nunca la confianza en este equipo. Ellos, de momento, están demostrando que nunca bajan los brazos.