El décimo día de mi excelente periplo por América Central se convirtió en otra jornada muy interesante y entretenida, ya que he visitado varios de los lugares más emblemáticos de El Salvador.Hoy mi guía y único acompañante, ya que viajo solo, fue Moisés Flores, al que ya conocía por haber sido quien me recogió en el aeropuerto internacional de San Salvador el día que llegué de Guatemala. Con puntualidad española, salimos del excelente Hotel Terraza de la cadena Best Western Plus. Nuestro primer destino fue la bella y colonial ciudad de Suichoto, que está a 52 kilómetros de la capital, en dirección nororiente.

Salimos por la Colonia Escalón, un sitio de nivel económico alto que era propiedad de la familia Escalón, de la que recibe el nombre. Seguimos por la Alameda Juan Pablo II, bautizada así en recuerdo de su visita en1983 (en plena guerra civil), repetida en 1996. Por esta Avenida pasaron también los Reyes de España Juan Carlos y Sofía, para ir a visitar Sochitoto, dentro del amplio y continuado programa español de colaboración, que los salvadoreños aprecian mucho. Atravesamos luego la zona del Parlamento, la Corte Suprema de Justicia, varios Ministerios, etc. y dejamos a la derecha grandes murales que en el año 2011 celebraron el Bicentenario de la independencia. A resaltar que El Salvador fue el primer país que se independizó de España, y marcó la pauta a los otros de América Central. A la izquierda vimos la Iglesia de San Francisco, uno de los pocos edificios importantes que resistió los terremotos. Y más adelante, a la derecha, está la fábrica de cerveza «La Constancia», que es la más importante del país. Tras rebasar el Monumento al general Manuel-José Arce, primer presidente de El Salvador, entramos en la Carretera Panamericana por el Bulevar del Ejército, dejando a la derecha el inactivo Volcán del Cerro de San Jacinto y el Cuartel General de la Fuerza Aérea.Pasamos luego bajo la pista del aeropuerto de Ilopango, nombre maya que significa «Lugar de los elotes» (mazorcas del maíz) y al dejar la Panamericana nos detuvimos para contemplar el Lago Ilopango, que es el más grande del país. Ocupa una gigantesca caldera volcánica de 72 kilómetros cuadrados, y su profundidad máxima es de 230 metros. A 25 kilómetros de nuestro destino, atravesamos el pueblo de San Martín, lugar de paso para Suchitoto, y luego el de San Bartolomé Perulapía, que es una acertada combinación de un nombre católico y otro autóctono. Es una zona de producción de plátanos, aguacates, mangos y cocos. Las construcciones al borde de la carretera son en su mayoría de bloques, reforzados con varillas de hierro verticales en su parte central. Según me comentó Moisés, nos salvamos de una amenaza de bloqueo de las principales carreteras por parte de los Veteranos de la Guerra Civil (1980 a 1 de enero de 1992), en un largo litigio con el Gobierno.

Tras hora y cuarto de viaje por buenas carreteras  llegamos a Suchitoto, que significa «Pájaro flor», con sus calles empedradas, limpias y muy tranquilas. Nuestra primera parada fue en la Plaza Central, donde visitamos la bonita Iglesia de Santa Lucía. Es del año 1853 y ocupa el lugar de la Iglesia colonial destruida por un incendio. Tiene una nave central de casi un centenar de metros de largo, es muy ancha y con altas columnas forradas de madera a ambos lados. La producción de añil era la base de la economía de la zona, hasta que los alemanes descubrieron los colores sintéticos (la anilina). A partir de entonces, el sustento de su economía es el café, reforzada por el turismo interior y extranjero. Esquina a la 4° Avenida Norte está el Parque de San Martín, y en su acceso principal hay un bello monumento blanco dedicado al genial artista Alejandro Cotto, que fue el cicerone de Juan Carlos y Sofía en la ya mencionada visita a Suchitoto. A Corto está dedicado el Teatro de las Ruinas, que desde 1993 acoge en febrero el «Concierto bajo las estrellas», porque se había quedado sin techo. Ajora lo han reformado, y ya lo tiene. También  cuenta el Parque con un Palco de la Música, en el que se refleja la importante cooperación económica de España con El Salvador. Casi al lado está «Villa Balanza», que ejemplifica cómo se produjo una guerra civil  que provocó 70.000 muertos. El platillo derecho de la balanza contiene tortitas de maíz, dieta básica de la población campesina, y el de la izquierda una bomba. La gente peleaba a causa del hambre. Y mientras comía un plátano muy rico, vi en la rama de un árbol del Parque colgada la cola de un helicóptero abatido por la guerrilla.


Continuamos la visita sudando la gota gorda, ya que estábamos a 35 grados, con una sensación térmica de 38. Desde la Casa 1.800, donde tomé un exquisito café, disfruté de una preciosa vista del Lago Suchitlán, que está materialmente invadido por la planta acuática llamada Ninfa. Y de allí nos trasladarnos al Puerto San Juan que es do de se toma una lancha fueraborda con capacidad para una docena de pasajeros. El bello recorrido dura unos 45 minutos y durante el mismo se visita la Isla de los Pájaros, área natural protegida y reserva de aves nacionales y migratorias, y la Isla del Ermitaño, cuidada por un artesano que tiene allí su negocio. El ermitaño, que se llamaba Carlos y murió hace unos 8 años, hizo una cueva en la isla, en la que vivía. Era tan querido por la comunidad que cuando quedó ciego se hicieron cargo de él.En la parte alta de la isla hay los restos de una avioneta militar que cayó en el mar cercano. Murieron 3 tripulantes y uno fue rescatado, buceando a pulmón, por dos pescadores. El lago es realmente el Río Lempa, que viene de Guatemala y Honduras, y se formó en 1970 cuando se hizo la presa hidroeléctrica «Cerrón grande «. Cuando lo visitamos el nivel de sus aguas era máximo, con 4 o 5 metros más de lo habitual. Es el lago artificial más grande de El Salvador, con 135 kilómetros cuadrados de agua y una profundidad maxima de 60 metros. Comimos en el restaurante «El tejado», desde cuyo comedor-mirador se contemplan unas maravillosas vistas del Lago Suchitlán y de las montañas que lo rodean. Comi un entrante de yuca con chicharrón y después unos deliciosos Camarones Supremos a la plancha, en salsa de años y romero, acompañados de vegetales y puré de papas. Para beber, una cerveza «Pilsener» del país. Regresamos a San Salvador por una ruta diferente a la de la ida, enlazando con la Carretera del Norte, que es la vía de comunicación terrestre mas importante del país. Pero antes nos cruzamos con una manada de vacas que invadieron nuestra vía.


Pasamos cerca del centro ceremonial maya Cihuatán (Lugar de la mujer), que estaba cerrado por los trabajos de consolidación que están realizando en el mismo. Y tras rebasar el puente sobre el Río Tomayate nos topamos en Aguilares con un gran perro de cerámica, al que me subí según pueden ver en la foto. Es reproducción aumentada del que fue hallado en Cihuatán, y viene a demostrar que los mayas conocían la rueda. Enfrente vimos el Volcán Guazapa, cuya montaña tiene forma de mujer panza arriba. Y entrando en San Salvador, el impresionante y activo Volcán San Salvador, de 1.800 metros de altura, que veré más de cerca pasado mañana cuando realice el tour por la ciudad capitalina. Por hoy creo que es suficiente. Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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