El pasado lunes, tras el comunicado emitido por el actual Consejo de Administración del Real Club Deportivo de La Coruña, anunciando la convocatoria de Junta General Extraordinaria de Accionistas donde los seis miembros del Consejo de Administración renuncian al cargo para proceder a nombrar un nuevo equipo de gobierno de la Sociedad Anónima Deportiva se hicieron visibles los sinsabores que puede llegar a producir el mundo del fútbol. Este equipo de accionistas deportivistas que hizo cambiar el rumbo del Real Club Deportivo de La Coruña, tras derrocar a todo un icono del deportivismo como Augusto Cesar Lendoiro afrontaba un reto enorme. El Club estaba en una situación económica y social delicada.

Una vez manos a la obra el asunto económico lo trataron bien y consiguieron negociar la deuda con un acuerdo singular con la agencia Tributaria, algunos abogaban por pelear en la vía administrativa, pero el equipo directivo prefirió generar confianza en el entorno y pagar la deuda privilegiada con un crédito concedido por Abanca.

La división social empezaba a encauzarse, pero el despido de Fernando Vázquez y la persistencia en seguir señalando a Lendoiro los convirtió en el objetivo de los que valoraban los logros del SupeDepor y los queridos que tenía entre la parroquia blanquiazul el profesor de Castrofeito. Una posterior fatalidad con el asesinato de Jimmy a orillas del Manzanares los llevo a dar un mal golpe en la mesa cerrando la grada de general. A partir de aquí fue complicado conectar con algunos miembros de la familia deportivista.

Al tema social y económico, se le sumaba el área deportiva que en el tiempo se convirtió en el caballo de batalla de la era de Tino Fernández. El baile continuo de entrenadores del primer equipo y filial no daba estabilidad en un terreno que siempre fue de los más estables del Club. Curiosamente hubo dos entrenadores que cumpliendo objetivos fueron despedidos, uno el ya mencionado Fernando Vázquez, y el otro Víctor Sánchez del Amo. Profesionales de la casa como Richard Barral, Tito Ramallo y Manuel Mosquera entre otros tuvieron que abandonar las casa, y la llegada de foráneos como Carmelo del Pozo, Cristóbal Párralo o Sergio Pellicer acabaron dirigiendo un Depor que conocían desde la lejanía. Otra de las incorporaciones poco afortunada fue la de un viejo conocido de la familia blanquiazul como Gustavo Munua, el cual supuestamente había ido en contra de los intereses del Club que lo trajo a España.

En estos momentos, y tras la mala situación deportiva, este grupo de consejos han sufrido en carnes propias los sinsabores de dirigir al equipo de sus amores, a la vez que no deben olvidar las muchas cosas buenas que han hecho por nuestro querido Depor. Esperamos y deseamos que el entorno de nuestro querido Real Club Deportivo de La Coruña centre todos los esfuerzos en conseguir el ascenso del primer equipo y el de nuestras chicas, y dejemos en segundo lugar las quinielas de quienes van a ser los máximos responsables y rectores del Real Club Deportivo. ¡Forza Depor y Forza Fefé!

Previous post Soberbia exposición-homenaje a la pintora Fina Mantiñán, en el Kiosko Alfonso de La Coruña
Next post Jesús Peral Viana, “Premio Internacional de Novela Negra ‘Truman Capote’ 2019”

Deja una respuesta