Dépor

Insisto en que 37 puntos van a ser suficientes para salvar los muebles y mantener la categoría pero la afición está pidiendo a gritos que acabe de una vez la competición. El equipo, que realizó una primera vuelta inesperada con sólo cuatro derrotas y 27 puntos, sólo ha sumado 10 puntos desde entonces.

En efecto, desde la victoria ante el Éibar en la jornada 16ª sólo ha sido capaz de ganar un partido y frente al colista en Riazor. Si es cierto que la mala suerte, la falta de intensidad en los momentos claves, o la mala actuación arbitral en algunas ocasiones, privó a los coruñeses de cerrar algún partido a su favor. Ahora bien, visto desde la perspectiva que proporciona la serie de dieciséis partidos disputados desde entonces, las conclusiones son preocupantes.

El equipo está padeciendo el síndrome de la segunda vuelta que el año pasado casi le cuesta el descenso al Éibar. Los vascos firmaron un primer tramo de la competición brillante que los situaba en el octavo puesto y tras una segunda fase catastrófica cayeron a la decimoctava posición, salvando la categoría a última hora gracias al descenso administrativo del Elche.

Cuáles son las razones de este declive tan acusado. La primera parece obvia, al equipo se le está haciendo largo este final de Liga. Pese a disponer de una plantilla muy mejorada en relación a la campaña anterior, los jugadores sobre los que ha recaído la responsabilidad en este curso no pasan de 15 ó 16.

Dejando al margen los problemas que ha tenido en la portería, la columna vertebral del equipo ha sido prácticamente inamovible. Cuando no lo impedían las lesiones, el eje de la defensa lo formaron Sidnei y Arribas, escoltados en las bandas por Navarro y Juanfran, con algunas apariciones de Laure y Luisinho. Casi lo mismo en el la medular donde Mosquera y Borges han sido titulares en la mayoría de encuentros, salvo la entrada de Bergantiños para cubrir con éxito la baja del tico. Si hubo más movimiento en la delantera a la hora de elegir a los escuderos que tenían que arropar a Lucas. Víctor ofreció minutos a Fayçal, Cartabia, Luis Alberto y Cani que alternaron sus apariciones a lo largo del año.

Y no es malo disponer de un once titular previsible pero existe el riesgo de que estos jugadores lleguen física y mentalmente agotados al final de la competición. Esa falta de frescura ha podido condicionar el rendimiento del equipo en este tramo.

Otra de las posibles razones hay que buscarla en una aparente falta de oficio para resolver los partidos. Es habitual ver al cuadro blanquiazul salir muy enchufado al campo, donde incluso empieza marcando, si bien es incapaz de rematar la faena y termina cediendo los trastos al rival que suele aprovechar las ocasiones.

La suerte es que estos síntomas de agotamiento así como la ausencia de alternativas en el banquillo, llegan cuando lo más difícil está hecho. Aunque son cada vez más quienes empiezan a pedir la hora al árbitro y quieren pensar en la temporada que viene.

@pgarcia_ramos

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