Me gustaría seguir la línea, estilo y temática habitual de mis artículos en esta columna dominical, donde intento con mayor o menor éxito contar la historia, actualidad social a modo de anécdotas, opinión, curiosidades, casualidades y coincidencias en lo que al Depor se refiere. Pero hoy no va a ser posible, pues creo que los tristes incidentes de la pasada jornada merecen un capítulo de reflexión. Todos estamos deseando olvidarlo y pasar página, pero mientras no se sepa lo que pasó y no se tomen medidas al respecto será muy difícil.

Lo que sentimos el común de los mortales después del trágico suceso acaecido a las orillas del Manzanares en Madrid, hace hoy una semana, es verdaderamente difícil de narrar. Creo que un asesinato y las muestras de violencia mostradas a plena luz del día con premeditación y alevosía deben hacernos recapacitar a todos. Lo que pasó es un hecho que no tiene marcha atrás, porque tenemos un muerto, unos heridos y en consecuencia unas causas que obligan a investigar y juzgar.

Si queremos buscar una solución, tenemos que encomendarnos todos a la causa en pro de conseguir que una batalla campal de estas características no vuelva a repetirse nuca mais. Esperemos que con la ayuda de todos y cada uno de nosotros el tiempo situé esta trágica jornada en un antes y un después en la violencia radical. No debemos implorar a la suerte o bendición divina el que estas peleas no vuelvan a ocurrir, todos y cada uno de los responsables debe analizar el sucedido con el máximo rigor y exactitud para rediseñar planes de prevención que permitan atajar posibles nuevos casos de violencia. Es obligación de todos y cada uno de nosotros aportar nuestro grano de arena para sumar en pro de una causa que grita en voz alta “no a la violencia”. ¡Esto no puede volver a pasar!

A lo largo de la semana he detectado que existen opiniones encontradas y diferentes puntos de vista en los gestos realizados. Pero felizmente comprobé que el sentimiento que ganaba por goleada y se erigía en denominador común era el clamor popular por conseguir el que jamás se pueda volver a ver algo así. Otros denominadores comunes eran la sensación de tristeza, angustia e impotencia que posiblemente se instale en nuestras almas mucho tiempo.

Pues bien, aunque ahora mismo nos ha tocado vivir muy de cerca a los deportivistas este problema, pero debo decir que la soluciones las tenemos que tomar todo el conjunto del todo el pueblo español. Que nadie pensé que este lio es un problema exclusivo de los ultras violentos del Deportivo de La Coruña y Atlético de Madrid, este es un problema de violencia y radicalismo que sufre la sociedad española y del cual hacen gala algunos grupos extremistas desde hace mucho tiempo. Entre todos podemos ganar este partido.

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