Como la visita del Real Madrid siempre despierta expectación, y después de comprobar como todas las cuestiones relacionadas con el equipo madrileño tienen el tratamiento de asunto de estado, me veo en la obligación de recomendar (por el bien del fútbol y del madridismo) un mínimo de objetividad y prudencia en su ardua defensa por los intereses blancos. Fue bonito ver el ambiente en Riazor el pasado sábado, pero si les confieso la verdad, también sentí algo de tristeza al ver a algún coruñés cediendo su corazón al equipo madrileño. Cada vez hay más casos de estos y empieza a ser frecuente ver en Riazor celebrar los goles de Raúl, Messi, Agüero y compañía mientras los deportivistas hasta la médula sufrimos. Quizá sea ésta una señal de alarma y estemos volviendo a tener la mentalidad de hace muchos años, antes del Súper Dépor, cuando te preguntaban aquello de qué equipo eras, del Madrid o del Barcelona. Si contestabas que del Deportivo se reían de ti. ¿No les pasa algo parecido cuando ven a españoles vestidos de calle con camisetas numeradas de la selección brasileña, italiana, argentina, etc.? Parece como si nos avergonzáramos de ser de donde somos cuando tendría que ser un motivo de orgullo. Para zanjar este asunto, y después de manifestarles mi deportivismo, coruñesismo, gallegismo y españolismo como creo que debería ser (al menos por sentido común), me gustaría hacer uso del dicho “lo cortés no quita lo valiente”, y quisiera felicitar a mi buen amigo Pablo García-Ramos por la victoria merengue del pasado sábado en Riazor. Desearle de todo corazón que disfrute de tan esperada victoria que después de tantísimos años casi no lo recordaban ni los más viejos del lugar.

Como viene siendo habitual los lunes, comenté los pormenores del partido con mis compañeros Fran y Mou, futboleros y deportivistas donde los haya, y llegamos a la conclusión que el simple hecho de ver la cara de pánico que tenían los aficionados blancos cuando Riky marcó el penalti, valió la pena. Por un breve, pero intenso momento, se percibió por el campo el espíritu de las grandes gestas conseguidas por los deportivistas durante casi dos décadas, y como testigo de excepción en la grada estaba el brasileño Djalminha, aprovechando que el día anterior había estado en Orense dirigiendo un espectáculo de magia. Fueron casi veinte años dominando al gran Madrid y ahora después de diecinueve años perdimos la imbatibilidad. No pasa nada, borrón y cuenta nueva. Ahora mismo y sin pensarlo un segundo firmaría por volver a estar en la misma situación los próximos años.

Pasando por alto la desgraciada lesión del brasileño Filipe Luis, podemos estar contentos de que pasen las jornadas y que el Deportivo siga disfrutando de un puesto de privilegio en la tabla clasificatoria. ¿Dónde esta nuestro tope? No lo sé, pero confió plenamente en las posibilidades de los hombres de Lotina en su próximo desplazamiento a Málaga donde juegan los exdeportivistas Luque y Munúa y donde, salvo imprevisto de última hora, también estará animando al equipo mi amigo y gran aficionado deportivista afincado en la ciudad malagueña, Javier Meana. Esperemos que el Deportivo se reponga y no se venga abajo en este mes de febrero.
Fuerza Dépor.

Artículo escrito por Federico García Poncet y publicado en el diario deportivo DXT Campeón el 4 de febrero de 2010.

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