Como bien saben mis queridos lectores (h-m) en el actual calendario de celebraciones, más o menos “mundiales”, existe el “Día de …. ” para las cosas más variopintas o extrañas que uno imaginarse pueda. Pero, además de esas celebraciones “universales”, hay otras de carácter nacional.

Tal es el caso del “Día del Mate”, celebrado el pasado 30 de noviembre (primera fotografía de este artículo) bajo el título “El mate, símbolo de amistad y confraternidad”, como me ha informado mi buena amiga la pediatra Graciela Grosso, que desde Córdoba (Argentina) me hizo seguir la bella leyenda del mate, que es la infusión nacional gaucha por excelencia:

“Los guaraníes cuentan que la luna, Yacy, paseaba desde siempre por los cielos nocturnos, observando curiosa los bosques, las lagunas, el río y los esteros desde lo alto. Cada día contemplaba su belleza como una niña que está conociendo el mundo por primera vez.

“Sin embargo, a sus oídos fueron llegando los relatos de quienes habían visitado el mundo y que le iban contando de la vida de los animales, de la belleza de las flores, del canto de los grillos, el piar de las aves, del sonido del río… y la luna fue tornándose cada vez más curiosa y con deseos de visitar la tierra.

“Así que un día se decidió y, junto con Araí, la nube, fue a pedirle autorización a Kuaray, el Sol, para que las dejase bajar un día a la tierra para así poder contemplar de cerca las bellezas del mundo. El dios Sol se mostró reacio a dejarlas partir, pero por fin cedió y las dejó marchar. Sólo les impuso una condición: en la tierra serían vulnerables a los peligros de la selva como cualquier humano, aunque también serían invisibles para estos. Luego las dejó partir.

“Fue así como la luna, Yacy, llegó un día a la tierra. Y junto con Araí fueron visitando los lugares que veían desde las alturas, maravillándose a cada paso. Observaron de cerca como las arañas tejían sus redes, sintieron el frío del agua del río, tocaron la tierra roja con sus manos.

“Tan absortas en su mundo estaban ambas diosas que no se percataron de la acechanza de un yaguareté que las seguía de cerca. El felino estaba hambriento y quería comer, por lo que en un momento largo el zarpazo para atrapar a las mujeres.

“En el momento justo cuando estaba por alcanzarlas, el animal fue alcanzado por una flecha lanzada por un joven cazador guaraní, que justo pasaba por el lugar y que, sin saberlo, salvó la vida de las diosas.

“El joven cansado por la búsqueda, pero feliz por su conquista, decidió descansar al pie de un árbol, antes de regresar a la tribu. Y entonces se durmió.

“Y en sus sueños fue visitado por las diosas que, vestidas de blanco, le hablaron con cariño. Yacy le dijo que como símbolo de gratitud, cuando llegue a su tribu, encontrará un arbusto a la entrada que nunca antes había visto. Le dijo como hacer con sus hojas para preparar una infusión que uniría a las personas de todas las tribus, como símbolo de hermandad y de confraternidad.

“Cuando se despertó y volvió con su gente, el joven cazador vio el arbusto a la entrada del campamento y siguiendo las instrucciones que la diosa le dio en sueños, el muchacho buscó una calabaza hueca, picó las hojas del arbusto, las puso dentro y llenó el cuenco con agua. Luego, con una pequeña caña tomó la bebida.

“Inmediatamente compartió la infusión con la gente de la tribu que observaban curiosos el trabajo del cazador. La calabaza fue pasando de mano en mano, y todos fueron tomando la infusión.

“Así nació el mate, que une a las personas, que es un símbolo de paz y confraternidad. Y que fue un regalo de la luna a los hombres para que compartan vivencias, para que fomenten su amistad, o para que disfruten un silencio compartido”. Y yo, que lo he tomado con frecuencia mate tanto en Argentina, en cuyo Aeropuerto Internacional de Ezeiza-Buenos Aires figura esta frase “El mate crece contigo” como en Uruguay, se lo cuento a ustedes. ¡¡¡ Saludos y salud !!!.

Y del mate, a las naranjas. Y más concretamente a las mandarinas, que en Galicia se dan estupendamente, como todos los cítricos. Por eso es fácil ver naranjos y mandarinos en las calles de La Coruña, cerca de mi casa de la Playa de Santa Cristina…. Este año, además, ofrecen un aspecto precioso, ya que por lo regular están cargados de frutos. A través de Berta Cuiñas, funcionaria de la Xunta de Galicia en Vigo (Pontevedra), llegó a mi poder el curioso racimo de mandarinas, de nada menos que 7 piezas apretadas unas contra otras, que pueden ver en la segunda foto, que le regaló su amigo Pepe Canabal, que las tiene en su finca de Lorbé-Oleiros (La Coruña).

Por cierto, ese precioso “racimo” de 7 mandarinas provocó este comentario de la fallera valenciana Pilar Gómez: “A ver, nunca vi cosa igual. Las mandarinas, como mucho, pueden estar dos juntas. Y mira que nací entre naranjos ….”.

A pesar del “Toque de queda” y el cierre de la hostelería no por ello dejé de tomar cafés en “La Forja”, “El Rincón de Ger” o “La Tahona Debén” cuando salgo a dar mis paseos diarios. Como es natural, era “café para llevar” en vaso de plástico (algunos muy bonitos, por cierto) con azúcar y palito para removerlo. Y en uno de esos azucarillos leí una frase que recoge una de mis más exitosas actuaciones a lo largo de mi dilatada existencia: “El 90 por ciento del éxito se basa simplemente en insistir”.

Finalizo por hoy. Prometo seguir publicando más crónicas de este “Estado de Alarma-Toque de queda”. ¡¡¡Mientras el cuerpo aguante!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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