Aunque estoy a miles de kilómetros de La Coruña, antes de entrar en el relato de mis actividades viajeras de hoy, quiero solidarizarme con mis amigos futboleros Fernando Blanco, Ramón Mella, Fede G. Poncet, Antonio G. Bellón, Suso Boquete, José L. Rico Jose Montes, Suso Filgueira, José-Luis Lago, Suso Pedreira, Manolo Rilo, Arturo López, Gonzalo Soto, Paco Canabal y Lolecha F. España, que están justamente preocupados por la situación futbolística e institucional que atraviesa el R. C. Deportivo de La Coruña que, pese al cambio de entrenador, ha vuelto a perder en casa y es el «farolillo rojo» de la clasificación de Segunda División.

Y también con los que me manifiestan su seria preocupación por lo que está pasando en Cataluña, cosa a la que aquí «no le dan bola». ¡Ah!, y a los franquistas que me transmitieron su serio disgusto y enfado, porque a Franco lo «expulsarán» del Valle de los Caídos dentro de tres días. ¡País!.

Y un apunte más, aunque en este caso no tiene relación con temas españoles, sino con Persia (Irán). Aunque en las calles la tranquilidad es total y no se percibe el problema con Estados Unidos, hay detalles de la vida cotidiana que los evidencian. Hace siete días, desde que el 14 llegué a Teherán, que tengo problemas de comunicación a través de «Facebook». Incluso traté de usar la opción del idioma Inglés, y ni así he podido conectar. Pido disculpas, pues, a mis 5.000 contactos en todo el mundo, por mi «silencio forzado». Y hoy, cuando compré una camiseta con el nombre de Irán me fijé que en la parte superior izquierda tenía una pegatina con la bandera de Irán. Al tratar de despegarla, me encontré con la sorpresa de que la pusieron para tapar el nombre de «Adidas», pues de no hacerlo así no se las dejarían vender. ¡Toma castaña!.

Hoy amaneció otro día de sol fuerte y brillante, con luz cielos totalmente despejados, sin viento, con un 53 por ciento de humedad, y temperatura en ascenso.
Con menos puntualidad de lo habitual, dejamos el hotel y salimos a realizar las visitas programadas en esta hermosa ciudad que, como mes dije ya, está considerada como la más bella de Persia. Olvidé comentarles que el estupendo «Hotel Khajoo», en el que me alojo, está casi a estrenar, ya que fue inaugurado en el año 2017, y que está recomendado por mis amigos de «TripAdvisor». ¡Por algo será!.

Al salir, había bastante trafico, un poco anárquico debido a las numerosas motocicletas, pero pese a sus arriesgadas maniobras hasta ahora no he visto ni un solo accidente de tráfico. Las calles estaban muy limpias y ordenadas, y en mi camino pasé al lado del Parque de bomberos que parecía un tanto destartalado, y llegué a la enorme Plaza Emam Alí, del Siglo IX, que cuando Isfahán fue convertida por vez primera en capital del Imperio, el Rey Abbas I la copió para hacer la que hay delante de su Palacio, asinto del que ya les informé ayer. En una esquina de la Plaza Emam Alí hay un solitario minarete de 55 metros de altura, que es el más alto del país, y en ese sitio hubo un Templo zoroastrico.

Y pasando a través de un gran zoco, en el que hay prácticamente de todo, y que aún tenía muchas tiendas sin abrir, comencé mi primera visita de hoy. Fue a la impresionante y bella Mezquita Jameh de Isfahán, edificada sobre un Templo zoroástrico del Siglo VIII. Ocupa nada menos que 28.000 metros cuadrados, y llevó once siglos terminarla Se inició en el Siglo IX y no se remató hasta el Siglo XX, lo que dio lugar a que albergue nada menos que 170 estilos diferentes, de ahí que los estudiantes de Arquitectura tengan que pasar por aquí para graduarse.
Tiene la friolera de 470 cúpulas, y las dos más importantes son del Siglo X, y llevan los nombres de dos Primeros Ministros que no se llevaban nada bien.
Las columnas más antiguas están hechas con ladrillos macizos, con un curioso y eficaz sistema de ensamblaje y con algunas sencillas decoraciones. Cada Dinastía fue mejorando y ampliando la Mezquita, que se inició girando 45 grados su basamento zoroástrico, en dirección a La Meca. En el siglo XI, los selyúcidas le añadieron dos cúpulas, y en el siglo siguiente le añadieron los cuatro pórticos que dan al gran patio central.

A estos siguieron los aditamentos de las eras Ilkanid (Siglo XIV), Muzaffari (Siglo XV), Timurid (Siglo XVI), Safavid (Siglos XVII y XVIII) y Qajar (Siglo XX).
La primera fase de la construcción se inició en el año 771, durante el reinado de Malek Sha, bajo la orden del Primer Ministro Nezam al Molk, en el Shabestán Sur, que mide 14.30 metros de ancho por 14.60 metros de largo.

A los cuatro soberbios pórticos del enorme patio se les conoce con los nombres de dueño, pobre, maestro y alumno. En el Shabestán de Uljeitu hay dos grandes púlpitos de madera, muy bien conservados pese a su antigüedad, y la decoración en yeso es una auténtica obra maestra. El Ayuán Norte, que está frente a los dos minaretes, se considera una reconstrucción contemporánea, y luego esta el Shabestán Noreste.

Y, claro está, no podía dejar de estar presente el adoctrinamiento religioso, y por eso había un gran cártel animando a la gente a preguntar sobre el Islam, con dos personas atendiendo el puesto de información. Al otro lado del patio, dos grandes cuadros en colores del Imán Jomeini, fundador de la República Uslamica de Irán, y del Imán Khamenei, Líder Supremo de la Revolución Islámica y Comandante Jefe.

Y con esas dos grandes imágenes barbudad y severas finalicé una visita de casi dos horas a la Mezquita Jameh de Isfahán. Y cuando volví a pasar por el gran zoco ya estaba en pleno funcionamiento. Y de una sensacional e inolvidable visita, me desplacé a otra también muy interesante: el Puente 33 Pol, que es un puente urbano de dos pisos y 33 arcos que le dan nombre. Por cierto, en mi plan de viaje figura que también se le conoce como Puente Baba Roknoddín, nombre que mi guía afirmó desconocer….

Este grandioso puente fue construido en el Siglo XVII, por el georgiano Allah Verdhikan, el ex prisionero de guerra que también construyó el Puente Khaju, del que les hablé ayer. El puente, por el que podían circular las motocicletas hasta que fue declarado Patrimonio de la Humanidad, actualmente es exclusivamente peatonal. A ambos lados de la cancha calzada hay unos estupendos pasos de peatones cubiertos.
El puente, que mide 295 metros de largo, 18 metros de ancho, y 16 metros de alto, tiene unos conductos de agua para regar los frondosos jardines que hay a ambos lados del ancho río que recorre toda la ciudad.

Tras visitar la parte baja del puente, con sus magnificas arcadas y un largo y bello túnel, recorrí la parte superior y caminé por el cuidado y acogedor jardín del otro lado en el que siete empleados municipales se afanaban en retirar basura y limo del agua, que en esa parte era muy poco profunda. En otro lado, un pescador con altas gotas de goma pescaba a mano los peces que estaban resguardados o atrapados en el abundante limo.

Por este puente pasaban las caravanas que seguían la famosa «Ruta de la Seda». Desde lo alto hay unas excelentes vistas de la ciudad y del río, en cuyo margen izquierdo había numerosas embarcaciones de recreo. La vista nocturna del Iluminado puente de 33 arcos es realmente impactante.
Tras la detenida visita al Puente 33 Pol me trasladé al barrio armenio, que está en la parte Sur de la ciudad. Es de resaltar que todas las tiendas de las mejores marcas se encuentran en este singular y populoso barrio, en el que la población mayoritaria sigue siendo armenia.

Los armenios llegaron aquí en el Siglo XVII, casi con lo puesto, huyendo de las matanzas de los otomanos. El Rey, enterado de sus calamidades, y en atención a la ayuda que les habían prestado en sus peleas con los turcos, les regaló esos terrenos y les facilitó arquitectos y medios para edificar sus nuevos hogares.
Tras pasar por delante de la Iglesia Armenia Apostólica de Saint Bethlehem, del años 1628, entramos en una recoleta plaza también del Siglo XVII, que tiene en el medio un artístico reloj de sol. Seguimos por la calle Jolfa, donde se encuentra la «Akhtamarpastry», que es la mejor pastelería armenia.
Continué el interesante paseo por unas estrechas calles, muy bien empedradas y limpias, en cuyas casas viven gentes muy amables y sencillas.
Entré en una gran tienda de alfombras armenias, cuya trayectoria data del Siglo XVII. Alli presencié como su niven y actual propietario, Armani Sheik, en un español bastante bueno, daba cuenta del proceso de fabricación, composición (lanas varias, sedas, telas, lana de camello, lana del cuello de las cabras, etc.) calidad y precio de casi una veintena de alfombras a cual mejor y más bonita.

Incluso tienen una «alfombra voladora» zoroástrica. Todas están hechas a mano, y la mayoría son de origen nómada. Fue una de las mejores presentaciones de un producto que he visto a lo largo de mi vida. La tienda tiene 55.000 alfombras, y la más cara, de 12×12 metros cuesta ni más ni menos que 650.000 euros. Flipé cuando me lo dijo, y salí borracho de tanta belleza. Y de allí me encaminé a la Catedral de San Salvador Vank. Esta palabra significa monasterio o convento en el idioma armenio. Esta catedral armenia fue una de las primeras Iglesias que se abrieron en el distrito de Jolfa, y su decoración es una mezcla islámica y cristiana.

La catedral, que es del Siglo XVII tiene dos campanas, una en el gran patio que lo rodea, y la otra en su parte superior. También se llama Iglesia de San José de Arimatea, aunque también tiene varios nombres más.

Todas sus paredes están llenas de bellas pinturas, con numerosas escenas de la vida de Jesús, la Crucifixión, la Virgen María, y una enorme representación del Juicio Final entrando a la izquierda. La cúpula es estrellada, y cerca el altar está la Silla del Obispo.
Enfrente a la fachada principal de la Catedral hay un Memorial del Holocausto Armenio, en el que los otomanos mataron a más de un millón armenios, genocidio reconocido por numerosos países, pero no por España, según me «reprochó» mi guía….
En el mismo patio catedralicio hay dos Museos. El más pequeño, de una sola planta, que abarca desde el Siglo XVIII hasta nuestros días, es de carácter antropológico, y pese a su dimensión física es muy completo e interesante.
El otro, dedicado a Kachatour Kesaratsi, es muy completo, abarca dos plantas y entre sus «rarezas» esta el libro armenio más pequeño. Allí he visto escritos muy antiguos fotos, libros, ropas, una gran máquina de imprenta, muebles, pinturas, una Biblia del año 1662, coronas, libros de oraciones, palios, estolas, casullas, mitras, vestimenta de obispo, cruces, cascos y un interminable etcétera.

Ya en la calle, frente a la entrada del complejo catedralicio hay una gran estatua del Arzobispo Kachatour Kesaratsi, fundador de la primera imprenta de Persia y del Medio Este.
Y con esta completa e ilustrativa visita al barrio armenio cerré em programa de visitas de hoy. ¡Ah!, olvidaba decirles que comí en el precioso local del «Restaurante Romanos», que eran unos baños públicos de los armenios y fueron construidos en el Siglo XVII. En varias partes del suelo hay unos gruesos cristales transparentes, para poder ver los restos arqueológicos del subsuelo, y se conservan perfectamente tanto las columnas originales como las bóvedas.
Y del barrio armenio al Hotel, donde después de asearme y cenar escribo esta crónica. Con el deseo de que les guste, me despido hasta mañana. Me tocará levantarme, y que debo viajar hasta Teherán, con visitas a Kashan y Qom. Mientras el cuerpo aguante…. Saludos y salud. (Fotos: Lajos Spiegel)

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