Hoy, para no perder las buenas costumbres, me tocó volver a madrugar y a las 6 de la mañana estaba ya en pie, con el fin de cumplir con el programa de visitas fijado para esta jornada en la bella y extensa ciudad de Shiraz. El día amaneció con sol y aún que sólo había 10 grados de temperatura, llegamos a los 32 grados a la hora de la comida. Apenas había viento, y la humedad era del 50 por ciento, que bajaría al 12 por ciento al mediodía.
A Shiraz se la conoce como «la ciudad de las flores y de los poetas», aunque antes de la Revolución era conocida como «la ciudad del vino y de las bellas nujeres». De hecho, todos los Reyes siempre tuvieron entre sus mujeres a alguna nativa de Shiraz. Destacan sus mezquitas, el Gran Bazar, los mausoleos, los jardines y, sobre todo, la amabilidad de sus habitantes.
Shiraz, que está a 1.550 metros de altura y tiene dos millones de habitantes, además de un buen número de ilegales , cuenta con más de 4.000 años de historia y, como dije ya, fue la primera capital del Imperio Persa aqueménide, bajo el reinado de Ciro I el Grande, cuya monumental tumba visité ayer en Pasargad.

 

Hoy comencé mi programa viajero, con Joseito como puntual «recogedor» en mi hotel, visitando la Mezquita Nasir-ol-Molk, o Mezquita Rosa, una auténtica obra maestra del Siglo XIX, cuyos vitrales de colores cubren casi toda la fachada. Como madrugamos, pudimos contemplar en todo su esplendor el bello pórtico de entrada, los paneles arqueados, y sus cúpulas.
Los techos de las salas de oración de esta gran mezquita están sustentados por recias columnas de piedra, y los azulejos conforman una decoración armónica y muy variada, con sus diferentes diseños, colores y dibujos, que la convierten en prácticamente inimitable.
Llegamos a la hora justa para disfrutar del colorido espectáculo que originan los rayos del sol al atravesar las bellas vidrieras de colores del Shabestán Occidental (hay otro, llamado Oriental). Tiene 300 metros cuadrados de superficie, 7 ventanas con vidrieras de colores, 12 columnas en dos filas, y 3 filas de techos tubulares. Cada rincón es una auténtica obra de arte. Y con la visita a la Galería de miniaturas, puse auténtico broche de oro al recorrido por esta soberbia creación artística.

Al dejar la Mezquita Rosa nos desplazamos hasta el Jardín de Eram, o de Irán, situado al lado de las altas y desérticas montañas, ofreciendo un fuerte contraste su vegetación frondosa, verde y colorida con la aridez de los montes.
El Jardín de Erám fue creado durante la dinastía Saljudhid (1037 a 1193 antes de Cristo) es Patrimonio de la Humanidad, y fue residencia de verano del Sha en el Siglo XIX. Actualmente es el Jardín Botánico de Irán, ocupa 5 hectáreas, y entre sus árboles se encuentran los cipreses más altos de Irán, 4 variedades de rosas, y todos los árboles tienen al pie una placa identificación con sus respectivos nombres.
Casi en la entrada del enorme y cuidado jardín está el edificio en que residía el Shah durante la fuerte canícula. Ocupa un total de 2.500 metros cuadrados, y cuenta con tres plantas y un sótano.La mansión es una verdadera belleza, y tiene un gran estanque con una fuente en el centro, situado delante de la fachada principal.
En el interior hay una colección de piedras preciosas y semi preciosas, una tienda y una cafetería. Al salir, complací a un grupo de chicos del país que se hicieron varías fotos conmigo. Les parecería un «bicho raro»…. Me olvidaba, también vi varios gatos por el medio de los históricos jardines.

Sin solución de continuidad, nos dirigimos a la Fortaleza Karim Khan, recorriendo un largo túnel urbano, emborrachándome de fotos de los Mártires de la Revolución (hace ya 40 años….), dejando a nuestra derecha un reloj floral, la Universidad de Shiraz y el ancho y seco cauce de un rio.
La Fortaleza fue construida en el año lunar 1180 por Karim Khan, fundador de la Dinastía Zand, el mismo rey que convirtió a Shiraz en la capital del reino. La Fortaleza, que hizo como residencia suya, es uno de los mejores edificios de Shiraz, tiene firma de castillo medieval y ocupa una superficie de 4.000 metros cuadrados, y está hecha con ladrillos macizos cocidos. Sus muros y torres están decorados formando dibujos geométricos, cuyo resultado es un excelente trabajo. Las cuatro torres, una en cada esquina del cuadrangular edificio, miden 12 metros de altura y tienen 14 metros de ancho.
En el centro del amplio patio, que está lleno de unos vigorosos naranjos, hay un largo estanque, y el otrora fuerte defensivo y luego cárcel, está destinado actualmente a Museo. También hay varías tiendas de suvenires, artículos de orfebrería, artesanías, cafetería y librería.
Al terminar el recorrido por la Fortaleza Karim Khan hicimos un breve alto en una heladería situada casi a su sombra, para probar los famosos helados de Shiraz, que están considerados los mejores de Irán. No sé si será cierta esa afirmación que me transmitió Josito (que además de ser zoroastrianos de Shiraz), pero después de tomar uno combinado puedo decir, con total conocimiento de causa, que podrían serlo con todo merecimiento. (Si no es verdad, merecía serlo).

Ya refrescados, fuimos a recorrer monumento funerario (Shah Cherag) en el que está enterrado Hossein, un santo sucesor de Mahoma, concretamente de su octava generación. Hossein fue un líder revolucionario del Siglo VII, que luchó contra la corrupción y la tiranía, y aunque su tumba es del Siglo IX, y el Santuario, que tiene forma cruciforme, se completó en el Siglo XX.
En el enorme patio del Santuario hay gran cantidad de tumbas, que al caminar pisamos con normalidad. Y en una esquina hay una «Sala de Arte», que en realidad es una tienda de suvenires, artesanías y joyería. Por cierto, según me comentó mi guía, en Shiraz hay otros seis santuarios como éste dedicados a Santos de la familia de Mahoma.
Seguimos el recorrido previsto, y nos desplazamos hasta el jardin en el que está enterrado Hafez, el poeta persa por antonomasia y el más venerado de todos ellos. La tumba está en ese bonito jardin, llamado Hafezied. El nombre auténtico de este poeta, nacido en el Siglo XIV, era Mohammed Shams od-Din, y le pudieron el sobrenombre literario Hafez (preservador, en árabe) debido a que sabía de memoria el Corán. ¡Casi nada, vamos!.
El bello, romántico y cuidado jardin se encuentra prácticamente pegado a unas montañas desérticas, lo que produce un curioso efecto visual. Como les dije, hoy es día festivo en Irán, por lo que encontramos mucha gente del país en todos los lugares que visitamos, sobre todo alrededor de la tumba de Hafez y en los jardines. Entre tanto visitante encontré tres grupos de españoles, entre los que los vascos son mayoría.
Para los iraníes, Hafez es un adivino al que rinden culto políticos, empresarios, artistas, escritores….. todo el pueblo en general. Lo consultan para un montón de cosas, y dicen que pronosticó certeramente muchos acontecimientos importantes. Para mí que hay un alto componente de superstición detrás de todo eso….

Hafez está considerado «el maestro de la oda persa» y sus poesías contienen numerosas metáforas, lo que dio lugar a na creación de diversos foros de debate interpretacional de sus creaciones literarias. Fue tildado de ateo, pero su tumba siempre fue respetada. A la izquierda del mausoleo de Hafez hay un pequeño edificio que alberga las tumbas de los Gobernadores de Shiraz.
El portal que vaya antes de llegar a su tumba, inicialmente tenía cuatro columnas, hasta que le agregaron muchas más Da lado, a la vez que colocaban una cubierta a la columnata circular que rodea su tumba, hecha de mármol verde de Shiraz.
Y para cerrar el capítulo de visitas a Shiraz, pateé la larga y pendiente calle dedicada precisamente a Hafez, lo que me permitió ver el Instituto de Arte y Cultura, la Libreria Nacional y Archivos, la Mezquita Hagabasse, en la que tiene su sede la Organización de Caridad Caridad Mártires de Karbala, y el Mausoleo Alí Ebm Hanzeh.
Mención especial merece el Mausoleo citado, que data del Siglo X y que se encuentra en la parte baja final de la calle Hafez. Tiene entradas y cuartos separados para hombres y mujeres, y su gran patio está lleno de tumbas, por las que circulamos como si fueran losas de una calle. Y en una esquina la habitual «Galería de Arte», que realmente era una tienda de venta de miniaturas, suvenires, joyería, etc.
Cuando llegué había mucha gente del país, y apenas una docena de turistas y viajeros, ellas enfundadas en unas largas túnicas de color claro y sencillos dibujos colocadas sobre su ropa. Como es natural tuve que descalzarne antes de pisar las alfombras sagradas….

Al entrar en la oficina de turismo de este Santuario recibí una magnífica información por parte del encargado, que además me invitó a un sabroso té negro con unas pastas muy ricas.
El interior del Santuario es amplio y muy bonito, destacando el Mausoleo de Alí Ebn Hamzeh, cuya dorada verja de protección los creyentes tocan y besan una y otra vez. Enfrente, cogí dos pequeñas piedras cuadradas y planas (una para Quique Paz, otra para Pedro Puig, y la tercera para mí), que son las que los fieles usan para apoyar la cabeza cuando se inclinan para hacer sus rezos. Por lo gastadas que están, sabe Dios o Alá cuántos siglos tienen….
Y con la compañía de varios gatos callejeros (que me recuerdan los bichos de la leyenda gallega del Santuario de San Andrés de Teixido, el de «Vai de morto quen non foi de vivo»), regresé al hotel, bastante mallado pero muy satisfecho. Mientras el cuerpo aguante….
Y tras refrescarme un poco y tomar un estimulante té negro, me puse sin más demora a escribir esta nueva crónica viajera, que deseo les guste. ¡ Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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