En la frontera argentina de Iguazú demoramos bastante, ya que debido a ser festivo había numerosos grupos vacacionales. En la parte brasileña tuvimos que bajar del autobús y pasar la frontera a pie, cada uno con su pasaporte y un impreso de entrada a Brasil. Luego, volvimos al autocar que nos llevó al moderno “Hotel Mabu” (que no existía aún en mis anteriores visitas a Iguazú), un 5 estrellas de lujo que tiene la mayor fuente termal del mundo.

Impresionante visita a las Cataratas del Iguazu 1

Tras acomodarme en mi enorme y bien dotada habitación, me di un relajante baño en una de las piscinas de aguas termales (a 36 grados, igual que el cuerpo humano) que según los expertos tienen grandes propiedades regeneradoras y curativas para la piel.

Luego, después de una buena y reparadora cena me fuí a descansar, ya que al día siguiente nos esperaba otro gran “tute”.

Cataratas de Iguazú

Cataratas de Iguazú

El 22 de enero, décimo sexto día de nuestro periplo por tierras americanas, me levanté a las 5,30 de la mañana, con el fin de poner en orden mis cosas y desayunar, antes de salir para una completa visita de las Cataratas de Iguazú (que en lengua guaraní significa “Agua grande”, pese a que su descubridor en 1541, el español Alvar Núñez Cabeza de Vaca, las denominó “Saltos de Santa María”), tanto por el lado argentino como por la parte brasileña. Pues aunque las mejores cataratas están en la parte argentina, se contemplan mucho mejor desde el lado brasileño. De ahí el dicho popular y certero: “Argentina tiene el escenario, pero Brasil tiene la platea”.

Tras superar un lentísimo trámite en la frontera de entrada a Argentina, con un calor asfixiante y una altísima humedad, al fin comenzamos la visita a las terceras cataratas más grandes del mundo, tras las de Niágara (Canadá) y Victoria (África). Es de resaltar que la temperatura en esa zona baja de los 42 grados en verano a solamente 2 grados en invierno, y además soportan heladas muy fuertes.

Fuimos de los primeros en acceder al Parque Nacional (Foto 2), que abrió sus puertas a la 8 de la mañana, y nos encaminamos a la estación del pequeño tren que nos llevaría hasta la Garganta del Diablo. Ese trencito funciona con gas natural, para no contaminar.

Cataratas

Allí cerca está el Valle de las Mariposas, con unas 600 especies censadas, de las que tuve ocasión de ver y filmar algunos preciosos y grandes ejemplares. Incluso una que se posó un buen rato en el bonito y exuberante pecho de una extranjera.

Por cierto que en la zona se dan cuatro cosechas al año, y durante nuestra visita estaban con la de soja, que se ha convertido en una gran fuente de riqueza para Argentina. También en la provincia de Misiones (donde están las cataratas) se produce el 80 por ciento de la hierba mate argentina, de la que se recogen nada menos que tres cosechas al año. Además abunda la araucaria (una especie de pino) protegida hasta el punto de que si se corta una sola, sin permiso oficial, la pena es de 5 años de cárcel. Esa parte es la única que le queda a Argentina de “selva húmeda”, con cedros y palo rosa; mientras que Brasil tiene, además, la inmensa Amazonia.

Caminando por el tercer puente, ya que los dos anteriores se los llevaron las grandes riadas (sobre todo la descomunal del año 1992, en el que el nivel de la aguas subió nada menos que 30 metros y obligó a cerrar el Parque durante un par de días), visitamos con detenimiento las inenarrables cataratas de la Garganta del Diablo (Foto 1), mojándonos de lo lindo.

Cataratas 2

A las 10 de la mañana retornamos en el trencito hasta la estación Cataratas, visitando el Salto Dos Hermanas, el Salto Chico, el Salto Ramírez, el Salto Bosseti(Foto 3), el Salto Adán y Eva, el Salto San Martín (la segunda catarata más importante tras la de la Garganta del Diablo), y la Garganta del Diablo, todos muy bellos e impresionantes. Por cierto que sobre las rocas, en medio de las fortísimas corrientes, vi algunos cormoranes (llamados biguá) con sus grandes alas abiertas, para secarlas al sol tras la pesca.

Emoción y aventura

Tras ese detenido recorrido por la parte superior de las cataratas, realicé otra de las partes más interesantes de la visita: la aventura en la selva, en unos camiones del ejército con varios bancos metálicos corridos en su parte superior descubierta. Entre las numerosas plantas de la selva, que atravesamos siguiendo un estrecho camino de tierra, vimos un alto palmito (especie protegida de palmera, cuya parte superior es comestible).

Emoción y aventura 1

Bajando un sendero muy empinado y unas rudimentarias escaleras (en cuyo borde hay un indicador que señala que en 1992 el agua llegó allí hasta 30 metros de altura sobre el nivel normal) llegamos a Puerto Macuco, que no es más que un muelle flotante llamado “Anita II”. Allí embarqué en una gran lancha neumática, dotada de potentísimos motores y con un piloto “de circo” (por las arriesgadas y circenses maniobras que realizó, con total seguridad y destreza). En bañador y con salvavidas individuales (Foto 4), atravesamos espectaculares “rápidos”, roquedales imponentes, maravillosas caídas de agua, e hicimos un velocísimo y emocionante “rafting forzoso”.

Antes de llegar casi a la base de las cataratas Bosetti y San Martín paramos para realizar reportajes fotográficos y videográficos. Luego, metimos todas nuestras pertenencias en unas bolsas impermeables especiales, y realizamos varias pasadas espectaculares bajo las aguas de ambas cataratas. El impacto del agua fue tremendo, pero al mismo tiempo reconfortante dado el elevado calor y la humedad reinante. A más de uno, “se le pusieron de corbata”. Por veces, daba la impresión de que la barca iba a volcar, por los rapidísimos y “acongojantes” giros que le daba el piloto.

Tremendamente mojados, y algunos todavía con el corazón en un puño, desembarcamos cerca de la catarata Bosetti, teniendo que subir a pie una considerable pendiente hasta llegar a la estación del tren. Pero como había una cola tremenda, nos echamos a andar por el bosque, bajo un sol asfixiante, hasta el restaurante “La Selva”, próximo a la Estación Central. Por el camino tuve oportunidad de filmar y fotografiar lagartos gigantes (como grandes iguanas), cuatíes, monos, y otra interesante bichería. Eran más de las dos de la tarde cuando al fin pude tomar un almuerzo reparador….

Helicóptero y ascensor

La tarde la dedicamos a recorrer la zona brasileña de las cataratas de Iguazú. El paso de la frontera argentina volvió a ser bastante lento, contrastando con la rapidez de la parte brasileña, que cruzamos sin parar, dirigiéndonos al cercano helipuerto. Allí, unos pocos decididos realizamos un fantástico paseo en helicóptero (Foto 5), sobrevolando la selva, el río Iguazú, y los 2.700 metros de cataratas (de los que 2.100 m. pertenecen a Argentina y 600 a Brasil), hasta la mismísima y sobrecogedora Garganta del Diablo. Como hacía un día estupendo y no había viento, el vuelo fue realmente inolvidable.

Tras el paseo en helicóptero, realizamos un largo recorrido a pie, bajo un sol abrasador, por los excelentes miradores que hay en la parte brasileña, que me permitieron ver todas las cataratas que ya mencioné anteriormente, con el aditamento del Salto Rivadavia, que no resulta visible desde la parte argentina.

Después de esa detenida visita, y de mojarme bastante en los miradores que se introducen largamente sobre el río Iguazú, subí en el gran ascensor panorámico que me llevó a lo más alto del terreno circundante de las cataratas. Como dijo nuestra guía, Vera, fue “un colofón de oro a un fantástico recorrido”.

Por cierto que Vera nos comentó el gran aumento de turistas brasileños,  que antes viajaban mucho a Estados Unidos y ahora no lo hacen, ya que les restringen y ponen trabas a los visados. Como represalia, en las fronteras de Brasil ponen a los norteamericanos en una fila aparte, y les toman individualmente fotografías y huellas digitales, con el consiguiente cabreo de los ciudadanos USA, que se sienten rebajados.

Antes de regresar al hotel “hicimos de turistas”, y realizamos una parada en los modernos y enormes grandes almacenes “Tres Fronteiras”, muy cerca del enclave geográfico que marca el lugar común de las fronteras de Brasil, Argentina y Paraguay.

Después de más de trece horas de excursiones muy diversas e interesantes,  llegamos al hotel con tiempo aún para darme un reconfortante baño en su piscina de aguas termales. Tras el reparador baño, una buena relajación, y una cena estupenda, me acosté rendido pero muy satisfecho del día que había tenido la suerte de disfrutar. (Foto: LajosSpiegel)

 

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2 comentarios en “Impresionante visita a las Cataratas del Iguazú: recorrido en barco, helicóptero y ascensor

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