Hanói (Vietnam), 28 de octubre del 2015

Por Roberto L. Moskowich

La tarde y las primeras horas de la noche del día 28 de octubre las dediqué a recorrer las intrincadas y abigarradas calles llenas de locales de ocio del Casco Antiguo de Hanói, capital moderna de Vietnam, así como los atractivos e interesantes aledaños de su frecuentado Lago Central, una gran superficie de agua dulce que tiene hasta 8 metros de profundidad líquida más otros cuatro metros de lodos y sedimentos.

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Por cierto que en mi crónica viajera de ayer olvidé comentarles que el mozo que me subió el equipaje a mi habitación del Hotel Medallion Hanói y yo lo pasamos de película tratando de dar caza a un gran insecto (muy parecido a un ciervo volador gigante) que se había colado en el baño a través de la mal cerrada ventana. Tras varios intentos frustrados, el cabreado bicho terminó sucumbiendo al tremendo trallazo que le propiné con una toalla. Por su parte, el mozo se limitó, como si fuese lo más natural del mundo, a recogerlo con un trozo de papel higiénico, depositarlo dentro de la taza del inodoro, y “tirar de la cadena”….Tal cual, se lo cuento.

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Cuatro millones de motos

Acompañado por los recién casados españoles Ana y Miguel-Ángel, una encantadora pareja madrileña con la que aparezco tomando unas cañas en un local nocturno, nos “perdimos” por las hiperpobladas y tortuosas callejuelas del Barrio Viejo de Hanói, que es un caos total de tráfico y de personas procedentes de todos los lugares del mundo mundial.

Salvo casos muy contados, nadie respeta las reglas de tránsito vehicular y peatonal, pero lo curioso es que en Hanói apenas se producen accidentes graves, pese a que en la capital vietnamita hay la friolera de cuatro millones de motos en circulación casi contante (si, han leído bien: 4 millones de motocicletas de todos los tipos y cilindradas, especialmente scooters y motos ligeras) e incontables bicicletas, triciclos de transporte de viajeros y mercancías, taxis, pequeños autocares, furgonetas, tuco-tucos, y cualquier otro artilugio sobre ruedas que sirva para transportar cosas, personas e incluso animales domésticos.

Es realmente admirable la pericia que demuestran los vietnamitas `para llevar sobre sus bicicletas y pequeñas motos enormes bultos o pesadas mercancías. Incluso en el campo transportan, atravesados, los pequeños búfalos de agua que son fundamentales para trabajar en los arrozales.

Las mercancías cuelgan a ambos lados de las ruedas, en la parte trasera, sobre la cabeza del conductor, en sus rodillas o en el espacio libre delante del asiento. Y nada digamos del espectáculo de malabares cuando viajan hasta tres y cuatro personas en una misma motocicleta…sin que la policía (muy escasa por cierto) les diga nada.

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Legiones de vendedores callejeros 

Los vendedores callejeros, de todo tipo de cosas imaginables, forman verdaderas legiones, con abundancia mayoritaria de mujeres y niños. Son innumerables los puestos de venta de comidas, ropas, bebidas, cachivaches diversos, juguetes, frutas, verduras y cualquier objeto que ustedes puedan imaginarse. Algunos, lo confieso humildemente, nos las había visto en mi ya dilata existencia.

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Y entre esa enorme maraña de vendedores sobresalen las paisanas, de muy diversas etnias, que portan las típicas pértigas de las que cuelgan numerosas bolsas o unas grandes bandejas redondeadas, en forma de gran cuenco poco profundo, repletas con los objetos y mercancías más variopinto que se puedan imaginar.

 

Masajes, karaokes y suciedad

Salvo en la parte más moderna, en la zona de las embajadas y de grandes empresas multinacionales, y en los espacios comerciales “de ricos”, haciendo honor a la verdad debo decirles que Hanói es una ciudad bastante sucia, aunque eso merma un ápice la gran amabilidad de sus habitantes.

Los cables, incluso algunos de alta tensión, cuelgan por las fachadas y atraviesan de una calle a otra. Y como escasean los registros de alcantarillado cuando llueve se forman auténticas riadas y charcas inmensas.

Y nada digamos del “aparcamiento” de motos, bicicletas, triciclos y demás vehículos, que copan materialmente todas las aceras, con lo que a los peatones  no nos queda más remedio que lanzarnos “a la rue”  y jugarnos continuamente el bigote entre tanto caos circulatorio.

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En Hanói, sobre todo en el ya mencionado Casco Antiguo, hay una gran movida nocturna, que muchas veces alcanza el amanecer diario. Abundan los karaokes, así como las salas de masaje, locales muy frecuentados por los numerosos turistas que visitan la capital vietnamita.

 

Comidas y bebidas muy asequibles

La comida y la bebida resultan baratas para los europeos y para los americanos (que en tropel acuden a pasar sus vacaciones anuales) que conformamos la mayoría de los visitantes que animamos la vida nocturna del Casco Antiguo, entre los que cada vez hay más españoles, con abundancia de parejas (y parejos) de recién casados de todas las edades, aunque la mayor parte son jóvenes.

La cerveza vietnamita es bastante aceptable y barata, proliferando las marcas de carácter local. Encontré algunas cervezas extranjeras, pero no en todos los locales; y, además, muy pocas marcas de prestigio y casi al doble de precio que la del país.

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Hablando de comidas les diré que la dieta de los vietnamitas está integrada en su mayor parte por legumbres, verduras y frutas, de las que existe una variedad tropical increíble. Y como base fundamental e imprescindible, el arroz. No utilizan pan de harina, que sustituyen por unas tortitas finas de arroz, producto con el que también hacen fideos.

Ese tipo de comida hace que la inmensa mayoría de la población sea muy delgada, además de ser de poca talla física. Por ejemplo, para ellos una persona como yo es una especie de “Buda feliz”. ¡Qué curioso!, eso mismo es lo que me llamabas los sherpas y guías con los que estuve en Nepal y Tíbet. O sea, que una vez más se confirma eso de que “no hay nada nuevo bajo el sol”….

 

Comunismo y turistas españoles 

El incremento del turismo procedente de España ha sido exponencial en los últimos años, y los vietnamitas demuestran mucha simpatía por los hispanos en general, aunque la verdad sea dicha fueron muy pocas las personas de otros países de habla española que encontré.

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Ese fuerte incremento del turismo hispano ha provocado una eclosión de guías que utilizan el idioma de Cervantes, la mayoría formados en Cuba por medio de convenios entre los gobiernos comunistas de Vietnam y Cuba.

Y hablando de gobiernos comunistas les diré que mi visita coincidió con la celebración del XVI Congreso del Partido Comunista de Vietnam , que es el que manda en el país. Pero no se trata de un comunismo a la vieja usanza, sino marcadamente “capitalista”. Es más bien socialista, aunque en sus señas de identidad externas figuren la hoz y el martillo. Precisamente durante mi largo periplo nocturno por el Casco Antiguo coincidí con un grupo de activistas que estaban cubriendo de banderas comunistas la ciudad, con los que departí un rato (Foto 27) mientras tomaba unas cañas.

 

 

Muy cansado, pero muy satisfecho

Y tras cenar con Ana y Miguel-Ángel, en un restaurante plagado de extranjeros y bastante próximo a nuestro hotel, me retiré a descansar, pues la verdad es que me encontraba muy cansado tras el agotador viaje desde La Coruña y el largo paseo por Hanói, ciudad que me dedicaré a visitar con  más calma mañana durante todo el día.

Por cierto que cuando me acosté, cansado pero muy satisfecho, volví a sentir la sensación placentera que me producen los grandes viajes, cosa que ya les comenté en mi crónica de ayer. Es como si rejuveneciese. Tal cual.

¡Buenas noches, Vietnam!.

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6 comentarios en “Impactante e ilustrativo recorrido por el Casco Antiguo de Hanói, la capital moderna de Vietnam

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