No sé como empezar a escribir este artículo (conozco la noticia desde el domingo pero esperaba no tener que escribirla), son muchas las sensaciones que tengo pero las declaraciones del Sr. Galmán me han indicado el camino. He apreciado que para el Sr. Galmán el amor por el Liceo es más grande que las cuotas de protagonismo ó posibles reproches, y no seré yo el que le robe su voluntad. El Liceo es su vida desde hace más de treinta años y se “va” tranquilo y sin levantar la voz, tal y como trabajaba en el vestuario del equipo con los patines de los “chavales” (como les llamaba él). Por que para él, los jugadores eran “chavales” y sus niños. Como todos, tenía sus preferidos pero los trataba a todos bien.

 No hablo de oídas, no me cuenta nadie quién es el Sr. Galmán, durante mi etapa en el Liceo lo conocí y no hablo por boca de otros. No trabajé mano a mano con él por que hacíamos cosas distintas en el club, pero lo admiraba y respetaba mucho como profesional y más como persona. Con la marcha del Sr. Galmán se va una parte del escudo del Liceo, como en su día se fue una parte importante con la marcha de Pepe Guillín. Son personas que nos han dejado huella a todos los que hemos pasado por el club liceísta y se merecen que los que tuvimos la suerte de conocerlos se lo digamos a los que no la han tenido.

 El vestuario del Liceo casi siempre ha sido una balsa de aceite, un vestuario unido y profesional. Y en esto, personas como Pepe Guillín ó Fernando Galmán han sido grandes culpables de ese ambiente de compañerismo y buen rollo. Sabían tratar a los jugadores, técnicos y demás personal del club. El Sr. Galmán no solo reparaba los patines y era el mecánico…

 Nunca reclamó una cuota de protagonismo en los éxitos y así se marcha, sin levantar la voz y como lo que es, como un señor, en este caso de los patines a la cabeza.

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Un pensamiento en “Galmán; Adiós a un señor de los patines a la cabeza

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