No está en mi mente llorar las penas pasadas ni tratar de capitular las sensaciones vividas desde el descenso. Pero pasados unos días desde el dramático partido jugado ante la Real Sociedad de San Sebastián que supuso un nuevo descenso de categoría de nuestro querido Real Club Deportivo de La Coruña me veo en la necesidad de añadir nuevas líneas a mi discurso. Y en un profundo ejercicio de responsabilidad que me autoatribuyo como deportivista y entendiendo que ya paso un tiempo más que prudencial, ruego con mayúsculo respeto que los máximos responsables de esta situación hagan de obligado cumplimento un exhaustivo examen de conciencia que nos ayude a detectar ¿Dónde fallaron?

A lo largo de la temporada el sabio, veterano y joven deportivismo se encomendó y centró en animar sin desmayo al equipo blanquiazul, pues sin lugar a dudas era lo que en ese momento se necesitaba. También se emplazó a unos y otros para saldar cuentas pendientes una vez finalizada la liga en pro de salvaguardar en aquel momento desde la máxima de las armonías los intereses del Deportivo. Y sin lugar a dudas ahora es el momento idóneo de señalar culpables exigirles explicaciones y depurar responsabilidades, hacer análisis de la situación, buscar una solución y llevarla a cabo.

Evidentemente y sin lugar a dudas creo que haber descendido es una consecuencia de haber hecho mal las cosas, por lo cual debemos buscar a los culpables de la situación en jugadores, cuerpo técnico, consejo de administración y demás profesionales que participan de la gestión del Club. De entre los señalados debemos buscar culpables y con el máximo sentido de la decencia y honor debemos indultar con la máxima de las condecoraciones a la sufrida afición deportivista, que sin lugar a dudas es la única que obtiene la condición de no sospechosa, aunque verdaderamente es la que peor parada sale al ver al club de sus amores en una situación que duele en el alma.

Estos profesionales deben hacer una profunda autocritica sin miedo a reconocer errores, son humanos y se pueden confundir, pero lo más importante es encontrar los fallos para no volver a cometerlos y esto solo será posible desde las más recóndita reflexión. Lo que es fundamental es que los que se queden crean en el nuevo proyecto y desde mi punto de vista también aportaría sensaciones positivas la entrada de gente nueva con fuerza en todos y cada una de las secciones del Dépor. Para muestra un botón, ver la realidad reciente comprobado en carnes propias como un solo hombre en la figura de Fernando Vázquez fue capaz de subir la autoestima de un plantel que estaba hundido. Ahora hace falta un nuevo discurso que no sea sólo el “Si se puede”.

Yo por ahora tampoco quiero pedir dimisiones, despidos o que se crucifique a nadie, pero invito a toda la familia blanquiazul a que defienda a toda costa los intereses del un histórico Real Club Deportivo que está pasando por los peores momentos de su centenaria vida.

El nuevo y obligado discurso de apostar por la cantera es la única solución que nos queda al no poder permitirnos una triste alegría económica. Por cierto, soy de los que confió plenamente el buen trabajo de los técnicos de Abegondo a la vez que espero que despunten nuevos valores que tengan sus oportunidades en el primer equipo.

Le recuerdo a nuestros bravos negociadores que están en la obligación de agachar las orejas ante los administradores concursales, jueces, acreedores, hacienda pública y tratar de concienciarlos que deben de ayudarnos mostrando nuestra mejor cara y generándoles confianza e ilusión en el nuevo proyecto.

Espero que no aparezca ningún interesado inversor como los Lopera, Gil, Piterman, Ruiz Mateos, etc. y que entre todos guiemos al Dépor por el buen camino.

Siempre y sin complejos ¡Forza Dépor!

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