Todos los que me conocen saben bien que no soy supersticioso. De lo contrario, debería pensar que por ser el décimo tercer día de mi interesantísimo viaje me surgió el primer contratiempo serio en el desarrollo de la programación del mismo. Por cierto que hasta en tres ocasiones me ha tocado la habitación 218, una en cada uno de los países ya visitados: Guatemala, Honduras y El Salvador. ¿Mera casualidad?. Pero vamos por orden y luego se lo cuento….Como tenía que volar a Costa Rica desde San Salvador (El Salvador), me levanté a las 5 de la mañana. En el Hotel Terraza me dieron una bandeja cerrada con mi desayuno, y a las 6 pasó a recogerme Moisés, mi excelente guía en El Salvador, que en menos de una hora me dejó en el Aeropuerto Internacional salvadoreño, donde nos despedímos.Los trámites con la compañía «Avianca», asi como los de emigración, fueron muy rápidos y en menos de media hora estaba ya en la Sala 12 esperando para embarcar rumbo a San José, que es la capital de Costa Rica. Y mientras esperaba, me zampé el desayuno hotelero, revisé los correos electrónicos y los guasapos. Embarcamos con suma puntualidad y volamos en un Autobús A321, de la compañía «Avianca», con sus 188 plazas totalmente ocupadas. El vuelo, que cubre una distancia de 668 kilómetros, duró 1 hora y 20 minutos, fue excelente. Por cierto que en estos países conservan la buena costumbre de servir gratuitamente comida y bebida, aunque solamente dure una hora el trayecto. Volamos casi todo el tiempo sobre el mar y al llegar a la altura de Puntarenas giramos a la izquierda para enfilar la pista de aterrizaje. A las 9.50 horas tomamos tierra en el Aeropuerto Internacional de San José, donde me esperaba Kevin Villalobos, quien me presentó al chófer que me trasladó a la ciudad. Aunque solamente hay 12 kilómetros de distancia, tardamos casi una hora en llegar, debido a la gran densidad de tráfico.


Mi destino fue el «Hotel Presidente», que está en pleno centro de la ciudad, al borde mismo de la Avenida Central, la calle peatonal más transitada, y que destaca por las originales pinturas muy coloristas con que lo decoraron el año pasado. Accedimos al Centro por el Paseo Colón y torcimos a la izquierda por la Avenida 2 dejando a nuestra derecha la Iglesia de la Merced, sita en el Parque de los nicaragüenses, lugar donde se reúnen a comer y a conversar las gentes de ese país. Un poco más adelante rebasamos la Catedral y, a la izquierda, el Teatro Nacional.  Y tras dejar atrás la Universidad Castro Carazo, sita en la calle 11, llegamos al Hotel Presidente. Y ahí es dónde comenzó el contratiempo al que me referí al principio….
Cuando contraté este largo y costoso viaje con el Club América  (con el que ya visité  exitosamente Vietnam, Camboya, Birmania, África del Sur, Zambia y Zimbabue) figuraba para hoy un Tour de 5 horas por la ciudad, a partir de las 12… Ni a esa hora, ni media más tarde, se presentó nadie a buscarme por lo que me puse en contacto con la central de «Ara Tours», la Agencia que me recogió en el aeropuerto y me llevó al hotel. Me quedé de piedra cuando me dijeron que no tenían previsto ese tour por la ciudad; porque, según ellos, el mayorista que me vendió el paquete del viaje no lo había incluido…. Merced a la colaboración de las recepcionistas del Hotel, especialmente de una llamada Ángeles, logré remitirles por correo electrónico la copia de mi contrato del viaje.

Una vez que ellos aclararon el asunto con el mayorista español, me ofrecieron mil excusas y realizar un tour exclusivo para mí el día 10, ya que hoy era totalmente imposible. Pese a mi insistencia y presión no hubo forma de variar su postura, por lo que a la regañadientes acepté el cambio…. y no molesté a mis buenos amigos de «Viajes Rai» en La Coruña (Estefanía y Agustín, ajenos por completo al error cometido). Como no me rindo fácilmente, y no quería pasarme el día en el Hotel, sali a recorrer algunos lugares de la ciudad que no están en el programa del tour. Me acompañó Ángeles, que hizo de guía y fotógrafa en las primeras visitas y me orientó para otras. ¡Todo un detallazo!. Visité el Museo del Jade, que contiene una soberbia colección de piezas únicas de ese material y valiosas muestras de la cultura precolombina. De allí fui al vecino y enorme Museo Nacional, en el que destaca la exhibición permanente de la Historia de Costa Rica de los Siglos XVI al XXI.

Caminé por la peatonal Avenida Central, bastante sucia por cierto, con vendedores callejeros de todo tipo de cosas, muchos de ellos ofreciendo Lotería de Navidad. Pasé por la Plaza de la Cultura, lugar de encuentro y solaz para mucha gente, sobre todo jóvenes, el Banco Nacional, el popular Monumento a la Chola  (la mujer Guanacasteca), el Banco de Costa Rica  el Mercado de las Flores, en la Plaza de la Artillería; y el Mercado Central, fundado en 1880, Patrimonio Histórico Cultural, que parece talmente un zoco moruno y en el que hay de casi todo, pero con las cosas muy entremezcladas. Me dirigí luego al bello y grande edificio de Correos y Telégrafos, obra del Arquitecto Luis Llach, edificado en 1914.

Tiene en su parte izquierda el «Café del Correo», donde tomé un exquisito café con un bizcocho de maíz y no recuerdo qué hierbas. Sus mesas, blancas y brillantes, están decoradas con frases de personajes famosos, cuyas efigies están reproducidas de sellos de correos de sus respectivos países. Y en las paredes, enmarcadas y protegidas con  cristal, varias colecciones de sellos de diversas naciones. Visité a continuación la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, muy amplia y de una sola nave, y rematé la sesión fotográfica con la antigua Fuente del reloj. Olvidaba decirles que todo eso con la «música de acompañamiento » de fuertes y constantes bocinazos. Y hasta presencié el desalojo  a la carrera de unos dos centenares de empleados y clientes de la oficina central del  Banco de Costa Rica debido a una amenaza de bomba, con la manzana acordonada y rodeada de policía. Por suerte, resultó ser una falsa alarma…. ¡País!. Y como mañaba tengo que levantarme a las 5, para ir al Parque Nacional Torticero, termino por hoy mi crónica. Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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