Hué (Vietnam), 2 de noviembre del 2015

Por Roberto L. Moskowich

Comencé la semana, séptimo día de mi sensacional viaje, con otro madrugón de campeonato, con el fin de iniciar mi desplazamiento rumbo al impresionante lugar arqueológico de My Son con el menor calor posible. Aun así, a las 7 de la mañana, cuando salimos del hotel, el termómetro marcaba ya 29 grados, con un viento bastante fuerte, pero sin amenaza de lluvia.

Bello recorrido hasta My Son

El extenso lugar arqueológico de My Son, que es Patrimonio de la Humanidad desde el 26 de marzo del año 1994, se encuentra solamente a 50 kilómetros de Hoi An y ocupa un gran valle situado entre altas montañas.

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Nuestra ruta transcurrió un buen rato muy cerca del río, que dejamos a nuestra izquierda, atravesando unos campos feraces y de variados y preciosos coloridos, con una vegetación frondosa y muy verde. Entre los campos y arrozales había numerosas aves acuáticas, búfalos de agua, vacas y bueyes.

La carretera es más bien estrecha, aunque con un firme aceptable. El tráfico era más bien escaso, con algunas motos, bicicletas y camiones de transporte. Incluso hasta circulamos algunos kilómetros por una especie de semi-autovía en construcción.

 

Templos familiares en pleno campo

 En otros desplazamientos a los que me referí en crónicas anteriores les comenté lo de las tumbas entre los arrozales, a veces individuales y otras formando pequeños cementerios familiares. También en la ruta entre Hoi An y My Son se ven algunas, en medio de loa campos, pero lo más destacable son los templos familiares, que por lo regular son muy bonitos y algunos de grandes dimensiones.

Por cierto que antes de llegar a nuestro destino, una vez más se hizo realidad el dicho “Poco dura la alegría en casa del pobre”, ya que tras el pequeño tramo de semi- autovía ya mencionado pronto volvimos s soportar las incomodidades de una carretera estrecha y con irregularidades notables en el pavimento.

 

My Son, un gran centro religioso

Las incomodidades del desplazamiento se vieron recompensadas con la grandiosidad y belleza de lo que vi en el yacimiento arqueológico de My Son, situado entre colinas y arroyos sinuosos, por debajo de la montaña del Diente del Gato (Hon Quap). Se trata de los restos de un gran centro religioso perteneciente al reino Champa, una civilización muy avanzada que dominó esa región del siglo IV al XIII.

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El impresionante conjunto de templos y edificios, muy dañado por las numerosas bombas arrojadas por los norteamericanos durante la Guerra de Vietnam (algunas se guardan en un pequeño museo), está formado por diez yacimientos arqueológicos perfectamente delimitados, pertenecientes a distintas épocas.

Centro de Interpretación y Plano

Antes de entrar a la zona arqueológica hay un Centro de Interpretación, donde ofrecen una visión general de la historia y de la cultura Cham. Allí iniciamos un largo recorrido a pie, y tras atravesar un puente colgante de bella estampa, continuamos por senderos boscosos hacia los yacimientos arqueológicos.

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En nuestro camino, muy bien cuidado y por el que en su tramo final no está permitido el acceso de vehículos, nos encontramos con un panel informativo bastante deteriorado en el que están señalados los yacimientos con las letras A, B, C…, pero sin indicar el grado de conservación y recuperación actual de cada uno de ellos.

 

Abandono secular, reparación y destrucción

Como My Son era un lugar sagrado totalmente secreto, cuando los reyes champa decidieron abandonar ese enclave la selva cubrió todo el entorno; hasta que, tras siglos de desconocimiento de su existencia, los franceses descubrieron tan bello conjunto arquitectónico y restauraron una buena parte del mismo durante el Siglo XIX.

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Pero en la actualidad, de las 68 estructuras que había apenas quedan 20 en pie. Se supone que, además de los templos, My Son albergó tumbas de los reyes cham. Pero como el Vietcong había establecido allí una base de operaciones las bombas norteamericanas arrasaron casi todo. La verdad es que viendo los gigantescos y numerosos cráteres que produjeron las bombas es un milagro que quedase algo….

 

Templos del Grupo A

En el Grupo A, uno de los más dañados por las bombas estadounidenses, están los restos del que estaba considerado el más importante monumento de My Son. Es el único santuario cham que cuenta con dos puertas, orientadas al Este (en dirección a los dioses hindúes) y al Oeste (hacia las tumbas de los reyes), y un altar de piedra del Siglo X, con el grabado de un monstruo marino (kala-makara) que es un dios de Java.

Tras visitar detenidamente el Grupo A, realicé un largo pero bastante cómodo recorrido a pie, pasé por el puente que atraviesa el caudaloso arroyo Khe The, y atravesando un frondoso bosque llegué a los sectores B, C y D.

 

Edificios de los Grupos B y C

El primer edificio del Grupo B data del Siglo IV, aunque sufrió varias reconstrucciones, la última datada en el Siglo XI, y el santuario principal (kalan) estaba dedicado a Bhadresvara, un nombre que está compuesto por el del rey Bhadravarman, que fue quien lo mandó construir, y el del dios Shiva (Esvara). La base del templo está hecha de grandes bloques de piedra arenisca, y en el recinto del edificio hay un enorme símbolo fálico (linga), dedicado a la fertilidad, y que fue descubierto en el año 1985.

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Cerca de allí hay un edificio del Siglo X, con el tejado en forma de barca, de arquitectura malayo-polinesia, que servía para guardar libros sagrados y los diversos elementos que se utilizaban en las ceremonias que se celebraban en el Templo de Shiva.

Otro edificio próximo, señalado como B6, contiene el único ejemplo conocido de pila cham. Se trata de una gran pila, con forma de bañera, en la que se guardaba el agua con la que se rociaba el enorme falo al que me referí antes.

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El tejado del edificio (B3), piramidal y típico de las torres cham, es de influencia india, y el perímetro del Grupo B está rodeado de pequeños templos (B7 al B13), dedicados a los dioses de los puntos cardinales (dikpalaka).

El templo más importante del Grupo C (Siglo VIII) estaba dedicado a Shiva, con forma humana. En el altar había una estatua suya, llevada al Museo de Danang por los franceses. Por cierto que el hecho de que los franceses trasladasen allí muchas esculturas y piezas importantes las salvó de ser destruidas por las bombas americanas….

Y antes de dejar ese impresionante espacio arqueológico vi alguno de los templos restaurados, principalmente con fondos aportados por la UNESCO.

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Largo camino hasta Hué

Finalizado el largo pero interesantísimo recorrido por My Son, regresamos a Hoi An para degustar una comida típica en el restaurante Dao Tien River, justo al lado del rio Thu Bon. Y nada más terminar el almuerzo, pusimos rumbo a Danang y de ahí nos desplazamos a Hué, cudad que también es Patrimonio de la Humanidad.

Para salvar las grandes montañas que hay a la salida de Danang atravesamos un túnel de 6 kilómetros, y al salir nos topamos con el precioso pueblo de pescadores Läng Cô, que figura en numerosas fotografías y películas. Luego, antes de acometer otra gran zona montañosa, realizamos una “parada técnica” en el restaurante “Cung Tuan”, todavía a dos horas largas de Hué.

La sinuosa y larga subida, lo mismo que la bajada, se vio dificultada por la intensa lluvia y el intenso tráfico, sobre todo por la presencia de camiones, que la estrechez de la calzada, plagada de toboganes, nos impedía rebasar. Entre Danang y Hué se encuentra el puerto de montaña “Paso de las Nubes”, con unas vistas impresionantes de la costa, otro lugar de fracaso de las tropas norteamericanas en la Guerra de Vietnam.

Pero al fin divisamos el mar, el tiempo mejoró notablemente, y pudimos disfrutar con la vista de la Albufera más grande de Vietnam, de 60 kilómetros de largo por 15 de ancho y con  gran abundancia de peces.

 

Parada y fonda en Hué

Bastante traqueteado, por fin llegué a Hué, una ciudad que fue capital de Vietnam durante varios siglos, y me alojé en el “Hotel Moonlight”, muy moderno y muy céntrico, que está a un paso del famoso Río del Perfume y de la “movida” de esta ciudad de 400.000 habitantes.

Tras dejar el equipaje en mi habitación, antes de cenar, di un pequeño paseo por el centro de la ciudad. Finalizada la cena, me retiré a mi espaciosa y muy bien dotada habitación con muchas ganas de coger la cama por banda. Realmente estaba muy cansado de tanto trajín y, además, al día siguiente tenía que volver a madrugar para visitar los numerosos lugares históricos de Hué, que es Patrimonio de la Humanidad.

¡Buenas noches, Vietnam!.

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2 comentarios en “Viaje de Hoi An a My Son, Patrimonio de la Humanidad, con prolongación a Danang y Hué

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