Todas las iniciativas que traten de alegrar la vida a los ancianos que están en Residencias, sean del tipo que sean, merecen mi aplauso y decidido apoyo. En todas las sociedades e instituciones en las que he estado (Clubes de Leones, El Eco, etc.), siempre he apoyado cualquier idea que propusiese llevar algo de distracción y alegría a las personas mayores que están en las Residencias.

Todos sabemos, además, que algunos están allí “archivados” por sus propios familiares y deudos. ¡Cuánto echo en falta el tradicional cariño, cuidado y respeto con que se trataba en Galicia a los ancianos!. Por aquellas calendas no existía aún la denominación “tercera edad”, y menos aún la más moderna “cuarta edad”. Cuando una persona llegaba al final de su vida laboral activa, no se la arrumbaba de cualquier manera, aunque se la liberase de las tareas pesadas. Ayudaban en trabajos dentro de la casa, o haciendo cosas que no requiriesen esfuerzo físico, y así se sentíasn útiles. Todo el mundo estaba pendiente de ellos; y, cosa muy importante, se les escuchaba o consultaban asuntos familiares. Por eso, repito, todo lo que se haga en favor de “los viejos” contará siempre con mi apoyo y difusión. Tal es el caso del soberbio concierto de acordeones que la ACD Faro de Monte Alto, en colaboración con la Residencia Torrente Ballester, ofreció en el salón de actos de esta institución a sus residentes. A destacar que el concierto estuvo protagonizado por tres mujeres: Nora, Teté y Bea, que deleitaron a los presentes con nada menos que 15 piezas musicales, la mayoría tarareadas, cantadas y aplaudidas por los acogidos y el numeroso público asistente.

Al finalizar el concierto, hubo un sabroso chocolate con bizcochos, y se manifestó el deseo de que se repitan este tipo de actuaciones, de lo que tomó buena nota Antonio G. Bellón, presidente de Faro de Monte Alto.¡Chapó!.

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