El hombre propone, y «quien manda» dispone…. Hoy, como remate del mes de octubre, tenía programado el «Tour Arqueológico», pero por ser Fiesta Sindical estaba cerrada la Joya de Cerén, por lo que lo cambié por un tour por la ciudad y las visitas al típico pueblo de Panchimalco, la Puerta del Diablo y el cráter del Volcán San Salvador.
Tras recogerme en el hotel mi guía, Moisés, iniciamos un largo recorrido de casi siete horas, bajo un sol de justicia, con un calor en aumento que superó los 35 grados, terminando el día con fuerte lluvia, truenos y relámpagos. A mitad del recorrido se unió a nosotros Mario, un joven y talentoso discípulo de Moisés.
Bajamos por la Plaza Argentina y seguimos por la Plaza de la Unión Europea, ente que por cierto tiene un programa espacial de apoyo e impulso a los países centroamericanos. Seguimos por el Paseo del General Escalón y vimos el monumento a Jesús Salvador, que da nombre al país y a la capital. Estaba atestado de gentes y banderas rojas, celebrando el «Día del Sindicalista».
Especial significación tiene el Monumento a Monseñor Romero, beatificado por el Papa Francisco al haber sido considerado mártir por la Iglesia. El anuncio de su beatificación, el 23 de mayo del 2015, reunió allí a más de 50.000 personas.
Rebasamos el Hospital Rosales, donado para los pobres por un hombre muy rico que no tenía herederos. Cerca se encuentran otros dos hospitales, ambos pertenecientes a la Seguridad Social. Y al final de la calle está la antigua Embajada USA, rodeada de un gran búnker de cemento. Ahora está fuera de la ciudad.
Mi primera visita fue al Museo de la Palabra y la Imagen, que el pasado año cumplió sus Bodas de Plata. Está  dirigido por el ex guerrillero «Santiago», un venezolano llamado Carlos Consalvi, que durante la guerra fue el director de la emisora clandestina «Venceremos», cuyos aparatos se conservan en el Museo. A la entrada, está Prudencia Ayala que en 1930, cuando la mujer ni siquiera tenía derecho al voto, se atrevió a presentarse como candidata a la Presidencia del Gobierno.
En la subida al primer piso están los bustos de Monseñor Romero, la escritora y poetisa Matilde-Elena López, el Ingeniero Lopex Ulloa, y el español Carlos Minero «El pintor del pueblo», que fue quien introdujo el Modernismo en El Salvador y creo una exitosa escuela formativa.


Seguimos hacia el Centro Histórico, en cuya Plaza Gerardo Barrios están la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional. A partir de la Plaza Simón Bolívar la calle se estrecha más y más, por causa de los miles de puestos callejeros. Las cinco plazas del centro están casi todas valladas, debido a las obras para soterrar los  cientos de cables aéreos que afean el entorno. La Plaza Gerardo Barrios, donde se encuentran la Catedral y el Palacio del Gobierno, fue reinaugurada la pasada semana y mereció el pláceme de los ciudadanos y visitantes.
La Catedral es ya la tercera. La colonial fue destruida por un terremoto, y la segunda por un incendio. La construcción de la actual duró 30 años, terminándose al finalizar la guerra, siendo Arzobispo el español Fernando Sáenz Lacalle, que aún vive. Las pinturas de la cúpula son del pintor español Ibáñez, y a la izquierda del altar hay una  urna de cristal con una reliquia de Oscar Arnulfo Romero (Monseñor Romero). Bajé a la cripta, que contiene numerosos nichos, los retratos de los Obispos fallecidos que tuvo la Catedral, y la gran tumba de Monseñor Romero, donada por unos admiradores suyos de Milán.
Al salir vimos el Palacio Nacional, flanqueada su puerta principal por dos grandes esculturas de Isabel la Católica y Cristóbal Colón, y el Teatro Nacional, y nos dirigimos a la Plaza de La Libertad, donde se encuentra el impresionante Santuario de Nuestra Señora del Rosario, de los Padres Dominicos. En el atrio de acceso hay varias esculturas, entre ellas las de Cristóbal Colón y Fray Bartolomé de las Casas. El exterior del templo es tan feo como maravilloso e impresionante es su interior. Se trata de la obra más importante del famoso arquitecto Rubén Martínez, que utilizó hierro reciclado, mortero y preciosos vitraicos. Y cada una de las piezas del Viacrucis, que está al fondo de la gran nave unica, es una auténtica obra de arte.


Tras ver las ruinas de la abandonada residencia del Presidente de la Nación, visité el enorme Mercado Ex-cuartel y me llamó la atención el gran número de policías y militares con pasamontañas y buen armamento que había en la entrada y alrededores. Para pasmo de Moisés y Mario, me fotografié con algunos, según pueden ver en una de las fotografía que ilustran esta crónica..
Dejamos la ciudad y nos desplazamos al precioso pueblo de Panchimalco, parte de cuya población es indígena y hablan y tratan de conservar el idioma Nahuat. El escultor y pintor Miguel Ángel Rodríguez logró llevar a ese pueblo un grupo muy importante de escultores internacionales que llenaron  el parque de una soberbia colección de tallas, realizadas en grandes piedras volcánicas.
Tras ese interesante recorrido, y visitar la colonial Iglesia Parroquial de Santa Cruz de Roma y el Ayuntamiento nos dirigimos a la Puerta del Diablo, una impresionante formación rocosa que está a 1.600 de altura. Mientras realizábamos esa espectacular subida entre montañas, probé la sabrosa yuca frita y unas chicharras de harina de maíz. Atravesamos el bonito pueblo de Planes de Renderos, donde está el Parque Balboa, nombre en honor del descubridor español Núñez de Balboa.
Ya en lo alto de la montaña comprobamos la grandiosidad de la Puerta del Diablo, a quien un cura quiso cambiar el nombre por Puerta de los Ángeles, pero fracasó en el intento. A través de la enorme hendidura entre montañas se divisa un espectacular panorama, coronado en la lejanía por el Volcán Chichontepec, que tiene dos picos inactivos y está en el Cerro de las tetas.
De regreso a mi botel pasamos por el Bulevar de los Próceres, con los grandes bustos blancos de los héroes de la Revolución. Mas adelante, nos detuvimos en el Parque de la Reconciliación, con un monumental conjunto escultórico de bronce en el que figura en primer plano una guerrillera y un guerrillero y detrás el gran rostro en azul de la República.


Y como remate de una estupenda jornada, en la que comi este menú tipico: de entrada, guacamole con frijoles y totopos, y medallones en salsa de jenjibre, subí al Volcán San Salvador. Tiene 1.800 metros de altura, su cráter 500 metros de profundidad (en cuyo borde estoy fotografiado) y un kilómetro de diámetro. Hace ahora 100 años (1917) tuvo lugar una gran erupcion y un terremoto que causaron muchos daños y muertes. Está dentro del Parque Nacional El Boquerón, y es un lugar muy frecuentado por capitalinos, senderistas  y gentes de otros lugares. Al descender del Volcán regresé a mi hotel para redactar esta nueva crónica viajera que espero sea de su agrado. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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