El tercer día de nuestro viaje lo iniciamos con otro largo recorrido por la ciudad de Buenos Aires, para seguir luego hacia el Norte, atravesando la impresionante Pampa argentina. A unos 70 kilómetros de la capital federal se encuentra la magnífica “Estancia Santa Susana”, en la que gozamos de una auténtica fiesta gaucha, con carreras de caballos, habilidades ecuestres de jinetes y cabalgaduras, degustación de empanadas y vinos típicos, y un magnífico y copioso asado de esas tierras.

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A los postres, disfrutamos de un muy digno espectáculo de bailes gauchos, las famosas “boleadoras”, y sobre todo la actuación musical de Quique Ponce y su grupo (Foto 1), que además de hacer las delicias del cerca del millar de comensales se hincharon a vender y firmar ejemplares de su CD “Fiesta carpera”. Cuando caía la tarde, regresamos al Hotel para reponer fuerzas, antes de continuar con el programa nocturno.

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Y mientras el grupo asistía a un espectáculo de tango, yo fui a una cena-fiesta en el selecto local “Boca-Tango” (magnífica y completa reproducción de un típico conventillo, con estación de tren y todo) atendiendo una amable invitación de la cantante Graciela Pereira (Foto 2), corresponsal de “El Fuero Coruñés” en la Argentina. No sin antes haber estado con mi parienta Nélida Vázquez Solís y con su sobrina, Alicia.

Cuando regresaba al Hotel, descargó una tremenda tormenta sobre Buenos Aires. Llovía a mares, y los rayos cruzaban de un lado a otro entre los rascacielos. Era realmente impresionante, y la consecuencia lógica de un par de días a más de 40 grados.

 

Tierra del Fuego

Al día siguiente, nuevo madrugón con el fin de desayunar y trasladarnos al Aeroparque para tomar un vuelo con destino a la Tierra del Fuego, concretamente a Ushuaia, que es la ciudad más austral del mundo. El vuelo salió con media hora de retraso, pero nadie dio explicación alguna.

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Tras sobrevolar el Río de la Plata, la mayor parte del viaje solamente vimos el impresionante desierto de La Patagonia, y después de cuatro horas de viaje al fin tomamos tierra en el aeropuerto de Ushuaia, pasando de más de 40 grados de Buenos Aires a unos pocos grados sobre cero, y con una sensación térmica inferior.

Tres apuntes curiosos. Uno: el aeropuerto es una clara demostración de cómo se puede construir uno en una especie de pequeño islote, en el Canal de Beagle, cerca de la ciudad. Dos: como el tiempo tan al Sur del planeta es muy cambiante, con vientos muy fuertes, alternando frio y calor, todos los guías nos decían que hay que vestirse “como las cebollas”: por debajo ropa ligera, otra de abrigo encima, y un impermeable y capucha o gorro como remate. Luego, según vaya haciendo calor así nos iremos quitando la ropa. Tres: en ese “Finisterre” (escrito en todos los lugares) hay dos tipos de habitantes: los NYC y los VYQ. Los primeros son los “Nacidos y Criados” en Ushuaia, y los otros con los “Venidos y Quedados”. Nuestro guía era de los segundos.

El Glaciar Martial

Nos alojamos en el “Hotel del Glaciar”, llamado así por estar cerca del famoso Glaciar Martial, situado en la ladera de la montaña desde la que se dominaba la ciudad de Ushuaia, el Canal de Beagle, y las altas montañas circundantes plenas de nieves perpetuas. Una vez acomodado, salí con Mary Carmen Pérez, Manolita y otras personas hacia el Glaciar Martial. Como no funcionaba el teleférico, que recorre la parte más pendiente y dura del terreno, subimos caminando. Llegamos arriba bastante cansados, pero realmente valió la pena. Regresamos con el tiempo justo para cenar.

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A las 12 de la noche, cuando me acosté, todavía había luz diurna, por lo que desde la ventana de mi habitación veía perfectamente el glaciar. Esa fue la primera vez que comprobé como el “verano austral” alarga la duración del día.

 

El “Tren de los presos”

 El 11 de enero, quinto día de nuestro viaje, realizamos una soberbia y muy completa excursión al Parque Nacional de Tierra del Fuego y Bahía Lapataia. Tras atravesar el Río Pino, llegamos a la Estación del Fin del Mundo (Foto 3), donde se toma el denominado “Tren de los presos”, una reproducción del que hasta el año 1946 utilizaban los presos del Penal de Ushuaia para ir a cortar árboles con los que alimentar la central térmica que daba servicio a la cárcel y a la entonces incipiente ciudad.

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Durante el recorrido en tren se ven “cementerios de bosques”, con los tocones de miles de árboles cortados a muy diferentes alturas, según estuviese la nieve en el momento de esas salvajes talas. Interesante la parada en la Estación Macarena, para visitar la catarata del mismo nombre y la reconstrucción de un poblado Sámana.

Antes, habíamos visitado el bellísimo paraje del Lago Roca, justo en la frontera con Chile, el impresionante Cerro Valdés y la maravilla de la naturaleza que es la Bahía Lapataia. Y para completar tan formidable excursión, comimos un excelente asado fueguino en el “Refugio Tolkayen”.

 

En el Canal de Beagle

 

La tarde la dedicamos a un inolvidable paseo en catamarán por la Bahía de Ushuaia, el Canal de Beagle, la Isla de los Lobos (en la que vimos varias colonias de enormes lobos marinos, e incluso el nacimiento de una cría, así como miles de cormoranes), llegando hasta el Faro Les Eclaireurs (Foto 4).

Luego, antes de cenar, paseamos por la ciudad de Ushuaia, muy conocida por nuestros pescadores y empresas pesqueras, hasta el punto de que existe allí un Centro Gallego y un crucero de nuestra tierra.

 

Paso Garibaldi

 Otro nuevo madrugón marcó el inicio del sexto día de viaje. Tras el reconfortante desayuno, salimos de excursión al Paso Garibaldi, desde el que se disfrutan de unas excelentes vistas del Lago Escondido y Lago Faguiano. Realizamos una parada en el mirador del Valle Carbajal, desde el que se aprecian en toda su grandeza la Cadena Alvear y la Cadena Vincigurri.

Bajamos hasta el borde del lago, una zona turística de gran atractivo, dominada por la Hostería Petrel, y en el regreso a Ushuaia nos detuvimos en el Centro Invernal “Las Cotorras”, que cuenta con una excelente manada de perros siberianos especializados en el arrastre de trineos, telesillas, y una gran exposición fotográfica del viejo penal y el famoso “Tren de los presos”, al que ya me referí anteriormente.

De vuelta en la ciudad, comimos la centolla marisquera en el restaurante “Tante Nina”, en el número 15 de la calle Godoy, con preciosas vistas sobre el puerto. Al terminar de comer, y antes de desplazarnos al aeropuerto para tomar el vuelo de las 20,30 con destino a El Calafate, visité el Centro Comercial “La última bita”, en San Martín, 239 (Foto 5); el Museo de la Cárcel, y completé un nuevo recorrido por la ciudad. 

El Calafate

 Después de una hora de viaje, llegamos a El Calafate, aún a plena luz del día. Tras dejar las cosas en el “Hotel Imago” (un 5 estrellas recién inaugurado, con excelentes vistas al Lago Argentino) realizamos un recorrido por la ciudad, que tiene 24.000 habitantes, muchos más miles de turistas, y una vida callejera bulliciosa y segura, hasta el punto de que es el lugar urbano del mundo en el que he visto más perros callejeros, e incluso caballos sueltos atravesando las calles como Perico por su casa.

A las 12 de la noche, cenamos en “La vaca atada”, donde Rosendo y el peruano Jaime nos sorprendieron…sirviéndonos una paella. La vuelta al Hotel resultó algo problemática pues no fue tarea fácil conseguir taxis.

Cuando me acosté eran más de las dos de la madrugada…y apenas me quedaban cuatro horas para recuperarme algo. (Fotos: Lajos Spiegel).

 

 

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2 comentarios en “Recorrido por La Pampa, Tierra del Fuego, Ushuaia, el Canal de Beagle y El Calafate

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