Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y pese a que algunos estamos en ello, otros intenten tirar por tierra la ilusión de la hinchada que nunca se rinde. Desastre tras desastre es lo que los jugadores del Depor pasean por los campos de España sin tan siquiera sonrojarse.

Posiblemente, y si nadie lo remedia, la próxima temporada estaremos en segunda división debido al mal trabajo de estos malos futbolistas. Y nosotros, los aficionados, seguiremos desde aquí viéndolos defender otra camiseta y rajando en voz alta de los problemas con los que aquí se habían encontrado. Esta historia ya nos la conocemos, pues algún desertor lo hizo tiempo atrás. En fin, cuando decimos los deportivistas que el Depor somos nos, es por algo. Los que quedamos aquí, seremos los miembros de la fiel afición coruñesa.

La verdad es que todo esto es una consecuencia de una mala planificación deportiva. El presidente Tino al que nadie pone en tela de juicio su deportivismo y su implicación económica y social en Real Club Deportivo de La Coruña se le hace cuesta arriba un área deportiva que va camino de catapultar la otra buena gestión. Al presidente Fernández, al cual tengo máximo respeto, hay que recordarle que aun está a tiempo de crear un comité de sabios en pro de salvar los intereses de nuestro querido Deportivo. El deportivismo esta nutrido de muchos maestros del fútbol que a buen seguro estarán encantados de aportar su parecer sobre el área deportiva. Detectar fallos y buscar soluciones está claro que no puede quedar en manos de los actuales miembros del área deportiva. Hay que hacer limpieza y para ello hay que poner en la calle a más de uno.

Últimamente las críticas se centran en el trabajo de Clarence Seedorf, pero yo no puedo llegar a creerme que tantos entrenadores sean el mal de nuestro querido Depor. El problema está claro que radica en otro lado. El holandés se hizo cargo de un proyecto que no tenía ni tiene buena pinta, cuando el míster se hizo cargo del equipo íbamos muy mal y hoy en día seguimos muy mal. En fin, al hombre le queda seguir creyendo en los jugadores y a nosotros nos queda seguir creyendo en todos ellos, pues es lo único que nos queda para mantener la ilusión.

Nadie dijo que ser del Depor fuese fácil y eso lo sabemos los que llevamos asistiendo a Riazor desde los años tristes del deportivismo. Pues bien, no recuerdo un fin de semana desde mi infancia sin fútbol, a la vez que tengo que decir que no recuerdo un equipo tan hundido y falto de confianza como el actual. Estos chicos deben concienciarse que la confianza y el trabajo son las armas fundamentales para no desfallecer. Hay que luchar hasta el final, ganar el próximo partido significa poder jugar otra final. ¡Forza Depor!

La estamos cagando

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