Al holandés Seedorf tuve la oportunidad de conocerlo el primer día que aterrizó en nuestra ciudad para fichar por el Real Club Deportivo de La Coruña. El lugar el restaurante “A la brasa”, si, ese restaurante en el que tantas veces se reunió Augusto Cesar Lendoiro con representantes y futbolistas en la era del SuperDepor. Y al cual curiosamente volvió Lendoiro con los hermanos Cascallar pocos días antes de ingresar en el hospital en estado de gravedad. Ahora semanas después y pese a seguir en la UCI continúa evolucionando, lentamente y a la vez favorablemente. Hay que decir que muchos exdeportivistas están haciendo llegar a su entorno y familia mensajes de ánimo y de pronta recuperación. Aprovecho la ocasión para mandarle un fuerte abrazo y desearle una pronta recuperación al presi.

Aquella noche estaba con mi padre Fefé del Río y con otro gran deportivista como Ramiro Casquero hablando de nuestro querido Deportivo cuando aparece Seedorf, al cual nos lo presentaron Ernesto Bello y Pablo Pereiro. En lo breves minutos que estuvimos hablando, el holandés nos trasmitió su optimismo y confianza en salvar la situación. Aquel día me di cuenta de que estábamos ante un hombre lleno de confianza, ese mismo que vimos las últimas semanas y que nos hacen ver que es el único que cree en la salvación. Estoy seguro de que parte importante de los éxitos que ha tenido Clarence como futbolista tienen su origen en el alto grado de confianza que tiene en sí mismo.

Los deportivistas necesitamos creer en nuestras posibilidades, creer en nuestro trabajo y quizás Seedorf nos haga creer. De alguna manera podemos refrescar la memoria y recordar que los blanquiazules creímos en su momento y que tuvimos un Depor campeón. Si ir muy lejos en la época de Fernando Vázquez el de Castrofeito consiguió hacer fuerte un “Si se puede” y despertó el ánimo de una afición tan tocada como la de hoy en día. Aquel año descendimos, pero Vázquez nos hizo creer desde el primer y hasta el último día. De hecho, Seedorf hizo un gesto similar este pasado viernes cuando se dirigió a la tribuna pidiéndole que animase, en aquel momento nos recordó que ganábamos y que el equipo nos necesitaba. La forma de pedirlo fue distinta a la de Fernando, pues con su energía parecía que nos reñía, el mensaje llevaba un giño de complicidad y aliento para una afición que no lo culpa de lo pasado hasta fecha. Curiosamente no paso un minuto de esta acción y el Málaga empataba el partido. El final lo sabemos todos, el equipo creyó, ganamos y seguimos con opciones matemáticas de salvarnos y un míster que cree en el proyecto de continuar en la máxima categoría del fútbol español.

Yo no quiero pasar las últimas siete jornadas compungido, desolado, resignado y amargado, voy a creer en el proyecto Seedorf hasta que las matemáticas nos digan lo contrario. A buen seguro seré mucho más feliz. Por último, hay que apuntar que ahora mismo necesitamos sumar positivismo, creer en los nuestros y defender nuestros colores, no podemos rendirnos antes de tiempo. Ahora mismo me estoy viendo en el supuesto de conseguir el objetivo de la permanencia, me estoy imaginado a Seedorf victoreado y ovacionado en honor de multitudes en un escenario como Riazor engalanado y ataviado para la ocasión de un Depor Campeón ¡Forza Depor!

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